Sergio Zaldívar, en el corazón del patrimonio cultural

AutorJudith Amador Tello

Si esta ciudad y el país en general reconocieran a quienes han contribuido en la conservación y defensa de su patrimonio cultural, de su imagen y de los derechos de sus habitantes, se estuviera ya anunciando un homenaje nacional al arquitecto restaurador Sergio Zaldívar Guerra, quien acaba de fallecer este 18 de enero a los 87 años. Su colaboradora por años, la restauradora Flor N. González Mora, coordinadora del libro Sergio Zaldívar. 80 años, publicado en 2014 para conmemorar ese aniversario personal del arquitecto, recordó en un mensaje de WhatsApp que murió justo el día en el cual se cumplieron 55 años del incendio en la Catedral Metropolitana, es decir, el 18 de enero de 1967:

"Es una coincidencia muy significativa porque fue precisamente la decisión de rescatar el Altar del Perdón y la sillería del coro (peleando y casi a contrapelo emitió el dictamen que así lo ordenaba) la primera de muchas luchas que tuvo que librar en defensa del patrimonio."

Egresado de la carrera de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) -que recién se había mudado de la Academia de San Carlos a Ciudad Universitaria-, Zaldívar fue -ni más ni menos- el personaje que logró convocar a mediados de los años noventa del siglo pasado al conjunto de expertos para el rescate de la Catedral, el monumento artístico e histórico más grande, antiguo e importante del continente americano.

Invitó a los ingenieros ya fallecidos Enrique Tamez y Enrique Santoyo, conocedores del comportamiento del subsuelo, a los expertos en ingeniería estructural Roberto Meli Piralla y Roberto Sánchez Ramírez, y al especialista en recursos hídricos Esteban Maraboto, entre otros, a quienes gustaba llamar "los genios de Catedral", excluyéndose modestamente, pero sabedor de que era la cabeza de ese equipo. Él tomaba las decisiones finales, pero también asumía toda la responsabilidad de una obra de tal envergadura, que -confesó en una entrevista con Proceso (1709), el 2 de agosto de 2009- llegó a quitarle el sueño.

Se dijo que recibió el apoyo del entonces presidente Carlos Salinas de Gorta-ri, y hasta se decía extraoficialmente que se lo otorgó tras afirmar: "En mi sexenio no se cae la Catedral". Lo cierto, como él narró en aquella entrevista, es que logró convencer al entonces secretario de Desarrollo Social, Luis Donaldo Colosio (que ya se perfilaba como candidato a la Presidencia de la República), de la necesidad de intervenir urgentemente la monumental edificación, de contar con recursos, y de que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) no obstruyera las obras.

Hoy se puede decir que Zaldívar fue el único o de los poquísimos arquitectos con conocimiento de geotecnia. Aceptó, no sin haber llegado a dudar en algunos momentos, la propuesta de Tamez y Santoyo (ya fallecidos), quienes lo convencieron de que la mejor manera de detener el hundimiento diferenciado de la Catedral -que podría ocasionar la ruptura de la nave central- era la subexcavación.

Se dice fácil, pero implicó haber abierto lumbreras (grandes ventanas circulares en el piso) para ir bajando a 20 metros de profundidad del inmueble y extraer tierra, lodo y agua, lo cual haría que fuese subiendo lentamente en lo hundido y bajando en los puntos elevados, hasta cumplir con lo que se llamó "Proyecto de Rectificación Geométrica de la Catedral Metropolitana". La hazaña no fue menor: se logró revertir el hundimiento en alrededor de 90 centímetros.

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