La Semana Sangrienta, día a día

AutorAnne Marie Mergier

PARÍS.- Hace 150 años, del 21 al 28 de mayo de 1871, la Comuna de París fue aniquilada por orden de Adolphe Thiers, jefe del Poder Ejecutivo de la recién proclamada Tercera República, que gobernaba Francia desde Versalles. La magnitud de la matanza de los comuneros fue uno de los grandes temas tabú de la historia oficial gala durante décadas y hoy todavía dista de ser recordada como debería serlo.

Una amplia y rigurosa historiografía francesa e internacional permite reconstruir la trágica cronología de esos siete días de la Semana Sangrienta.

"Fue una carnicería sin parangón en la Europa del fin del siglo XIX", afirma el historiador británico Robert Tombs en su libro The war against Paris, publicado en Londres en 1981 y en Francia, 28 años más tarde.

Federados vs. versalleses

Domingo 21 de mayo de 1871. Las tropas del ejército de Versalles, que llevan días acercándose a París, bombardean sin tregua las fortificaciones occidentales de la ciudad. Los guardias nacionales de la Comuna -los federados- defienden sus posiciones, pero de manera inexplicable dejan totalmente descuidada la Puerta de Saint Cloud, una de las entradas a la ciudad. Los "versalleses" aprovechan esa grave falla para entrar a la plaza.

"Los soldados de Versalles se infiltran por las brechas abiertas en las murallas. Ola por ola crece su flujo, lento, silencioso, disimulado por el anochecer. A las nueve de la noche son tan numerosos que pueden dividirse en dos columnas", apunta Pros-per-Olivier Lissagaray, periodista republicano socialista, testigo y a veces protagonista de los hechos, en su Historia de la Comuna de 1871, publicado en Bruselas en 1876.

Una columna se dirige a los distritos del suroeste. La otra alcanza la colina de Chaillot, a poca distancia de los Campos Elíseos y del Arco del Triunfo. No encuentran demasiada resistencia en estos barrios selectos, hostiles a los revolucionarios y de los que huyeron muchos habitantes. Estas tropas son la avanzada de un ejército de 180 mil hombres que Thiers reunió y entrenó para arrasar la Comuna.

Amanecer del lunes 22 de mayo. Se toca a rebato en toda la capital y empieza la movilización general de los federados. Oficialmente la Comuna cuenta también con alrededor de 180 mil hombres armados, en su mayoría recién reclutados, pero de hecho sólo dispone de unos 40 mil soldados con experiencia de combate. La Guardia Nacional apenas se va organizando como fuerza de defensa y tiene problemas de coordinación y disciplina.

Federados y comuneros ocupan sus posiciones en las barricadas construidas en sitios estratégicos de la ciudad. Según cálculos de los historiadores se levantan 900 barricadas en todo París durante la Comuna; unas son bastante rudimentarias, otras son auténticas obras de ingeniería militar.

A lo largo de todo ese lunes 22 y del martes 23 las tropas de Versalles avanzan inexorablemente. Logran conquistar gran parte de los barrios occidentales de la ciudad. Después de duros combates con los federados, se apoderan de la Plaza de la Concordia, de sus elegantes alrededores y del barrio de la Ópera. Llegan hasta el barrio Latino, donde se topan también con una resistencia férrea. Finalmente alcanzan la colina de Montmartre, lugar altamente simbólico pues en ese municipio, popular y bronco, el 18 de marzo empezó la insurrección parisina. Ahí la represión es despiadada: los versalleses proceden a ejecuciones indiscriminadas al pie mismo de la colina.

La reconquista implacable de París y la erradicación de la Comuna, que Thiers pone en marcha en esos dos primeros días con medidas que se endurecen durante el resto de la Semana Sangrienta, han sido minuciosamente planificadas, insisten los historiadores, entre ellos Quentin De-luermoz en su libro Commune(s) 1870-1871.

Las masacres se dan, primero, durante los enfrentamientos directos entre tropas gubernamentales y federados. Estos combates son más escasos pero más cruentos en los distritos residenciales de la ciudad, debido a la aplastante superioridad numérica del ejército de Versalles. En cambio se multiplican y se vuelven encarnizados en los barrios y suburbios populares del norte y del este de París, donde las fuerzas de la Comuna acaban...

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