Salomón Chertorivski / No pueden ya con el encargo

AutorSalomón Chertorivski

En medio de la inmensa tragedia que ha traído la pandemia se precipitó otra, puntual, con domicilio, hora y entorno precisos: el colapso de la Línea 12 del Metro, en las cercanías de la estación Olivos, a las 10:22 p.m. del 3 de mayo pasado, en el que murieron 26 personas. A diferencia del virus, que nos dio dos meses para estar mejor pertrechados, el desastre del Metro era previsible, estaba ubicado, anunciado en múltiples reportes desde hace varios años y, por supuesto, tiene responsables. Ocurrió tras una larga cadena de decisiones, errores y omisiones que ahora se ensañaron con los más pobres, los trabajadores del suroriente de la Ciudad, que regresaban a casa, lo que multiplica la injusticia del colapso.

No pasaron nueve años y la estructura se vino abajo, lo que de suyo acusa de una construcción apresurada, desatenta a los estándares de obra que corresponden a los riesgos de nuestra ciudad y cuya inauguración precipitada obligó a un largo paréntesis en el servicio, de marzo de 2014 a noviembre de 2015. Errores en el trazo mismo de la "línea dorada". Errores en la ejecución de la obra. Errores de mantenimiento. Un año sin responsable en la Subdirección de Mantenimiento. Recortes al gasto público, sobre un presupuesto ya insuficiente y la soberbia añadida de quienes ignoran las advertencias documentadas de la sociedad y la opinión pública.

La gravedad del derrumbe nos ha obligado a hacer un alto, pero no sólo en las campañas electorales, sino en la manera en que vivimos, pensamos y gestionamos la Ciudad.

Han sido los mismos -cometiendo los mismos errores, rendidos ante el mismo caudillo, encogidos a la miseria presupuestal- quienes han gobernado y han legislado sobre la Ciudad de México durante demasiados años. El resultado es una urbe envejecida y disfuncional, con servicios públicos en deterioro, que solo supo construir pavimento para la circulación de autos por sus segundos pisos, mientras descuidó el gran transporte público por excelencia: el Metro. Allí están los resultados.

Tláhuac ha de ser el llamado de atención para iniciar un cambio en la Ciudad que permita dejar atrás décadas de envejecimiento material y que nos permita entrar en una nueva fase de construcción, mantenimiento y renovación de sus estructuras estratégicas. Pero para ello es necesario remover los primeros obstáculos que frenan las energías jóvenes, movilizadas y en evolución, que ahora se oponen a quienes han preferido doblegarse a los deseos...

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