El sabor de Tlacotalpan

AutorJuan José Kochen

Enviado

TLACOTALPAN, Veracruz.- Entre manglares y brazos de río avanzamos por una angosta carretera delimitada por palmeras y restaurantes de mariscos. Tras recorrer una hora y media de camino, desde Boca del Río, llegamos a la "tierra de las jarillas o varas".

En esta ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad, desde 1998, los colores nunca son los mismos y los sabores siempre conquistan a los visitantes. Nuestros pasos se orientan hacia la Plaza Ignacio Zaragoza y su renovado quiosco morisco, ahora pintado de color verde pistache.

La plaza es el punto neurálgico de Tlacotalpan, al norte destaca el Santuario de la Virgen de la Candelaria, construido con piedra múcar y argamasa; al oeste, la Iglesia de San Cristóbal con su torre reloj; y al sur el Palacio Municipal, cuya fachada posterior tiene vista al río Papaloapan.

Pocos lugares conservan dos iglesias y un Palacio de Gobierno en una misma plaza, y es que con la llegada de los españoles, el Templo de San Cristóbal buscó restar protagonismo al de la Candelaria, pero la virgen siguió siendo venerada.

A unos metros del santuario encontramos el no menos famoso Bar Blancanieves. Con más de 60 años de existencia, se dice que el sitio fue la fuente de inspiración del compositor e intérprete tlacotalpeño Agustín Lara.

"Él se hospedaba aquí enfrente, en el Hotel Reforma, era muy amigo de mi papá. La última vez que vino fue en 1965 y le cambió el nombre al bar de El encanto de Tobi a Bar Blancanieves, porque ya éramos siete hermanos", relata Tobías Carbajal, ahora encargado del lugar.

Aunque Agustín Lara sólo acostumbraba a tomar cognac, el concurrido bar presume los mejores "toritos": bebidas frías elaboradas con cacahuate, cajeta o guanábana, todas preparadas con licor 43.

Detrás del bar se encuentra la dulcería Blanca Nieves. Es ahí donde Clara Luz Carbajal, séptima hermana de la familia, vende los tradicionales dulces de leche, coco, almendra, cacahuate y mamey.

La tradición dulcera en esta tierra es tan añeja que no por nada, recientemente se rompió el Récord Guinness del "Dulce de leche más grande del mundo", pues elaboraron uno que midió más de 300 metros de largo.

Otros postres que hacen más apetecible esta tierra son: los buñuelos de queso con piloncillo, la sopa pía (preparada con leche, almendra y un panqué llamado marquesote), beso del duque (bizcocho acaramelado) o tamal de nata con pasas. Cualquier opción puede ser acompañada con una famosa bebida llamada "popo", preparada a base de...

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