A rumbear por Cartagena

AutorCirze Tinajero

Enviada

CARTAGENA DE INDIAS, Colombia.- Sus chillantes colores llaman la atención de todos: de lejos parece un camión cualquiera, pero, una vez cerca, se nota su pinta de tranvía. Y, en cuanto uno lo aborda, se descubre su comportamiento de trajinera terrestre.

Se trata de La Chiva, el transporte público que se usa en las provincias colombianas (de acuerdo con el color, es la ruta por la que va), y que en Cartagena de Indias lleva a los turistas a conocer la ciudad a ritmo de vallenato.

Se le llama La Chiva porque, sin ningún problema, puede trepar por colinas y montañas, al igual que ese animal. Las palabras son de Germán Blanquicett, guía de esta aventura.

A las cinco de la tarde, La Chiva ya comienza a llenarse. Los pasajeros muy pronto saben que no estarán solos: tres músicos, con tambores, acordeón y güiro, se encargarán de poner el ambiente.

En cuanto hacen sonar "La gota fría", de Carlos Vives, el paseo arranca. Inicia por la zona de Manga, una de las más antiguas de esta ciudad: a lo lejos se aprecia el cementerio del barrio, creado en 1815.

A bordo, la emoción surge no por los sitios históricos, sino porque Germán pasa vasos, hielo, ron colombiano y refresco de cola para preparar una cuba, tan cargada como cada uno desee.

"No se preocupen por beber, ni ustedes ni yo tenemos que manejar, para eso está a nuestro conductor 'resignado'.

"Y ahora que el alcohol vaya haciendo efecto, esto se va a poner mucho mejor", anima entre risas el guía.

La primera escala se realiza en el Fuerte de San Felipe de Barajas. Decenas de vendedores aprovechan para ofrecer sus mercancías: sombreros, joyería de plata y bolsas.

Tras 15 minutos para tomar fotos o adquirir algún recuerdito, hay que regresar a La Chiva.

Los músicos no han dejado de tocar, algunos pasajeros ya cantan y aplauden. Los más entusiastas hasta se levantan a bailar. Eso sí, hacen gala de equilibrio, pues no hay mucho espacio.

Por donde sea que pase La Chiva, llama la atención. La saludan, le sonríen y algún conductor hasta le toca el claxon. Con el atardecer en el horizonte, el camión se dirige a la parte amurallada de Cartagena y se estaciona en Las Bóvedas, arsenal del puerto por años y que actualmente está lleno de tiendas de souvenirs. Muy difícil escapar de aquí sin una bolsa de café o hasta una pequeña esmeralda.

Una vez más, hay que regresar al colorido transporte. El ánimo no ha decaído ni tantito.

Germán ya organiza concursos...

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