Rompedora de la arquitectura

AutorRicardo Dorantes

La noticia cayó tan sorpresiva como amarga. Zaha Hadid, la dama de la arquitectura contemporánea, la primera mujer en recibir el Premio Pritzker y lideresa de uno de los despachos de mayor expansión a nivel mundial, perdió la vida el 31 de marzo pasado en un hospital de Miami.

Con este punto final termina una historia de 40 años en la disciplina, en los que la arquitecta acumuló un amplísimo currículum que incluye 950 proyectos -construidos y no construidos- en 44 países.

Además, la artista se va en la época más prolífica para ella: la firma que fundó en 1980, Zaha Hadid Architects, desarrollaba 36 propuestas de edificios al momento de su muerte. En esta edición, ENTREMUROS ofrece un recorrido por la vida, obra y legado de quien deja tras de sí toda una revolución en su oficio.

"Si hay 360 grados, no hay razón para restringirme a uno solo".

CAMINO A LA CIMA

Cuando en 1993 Zaha Hadid concluyó la estación de bomberos Vitra, no estaba presupuestado que causaría un incendio en el mundo de la arquitectura.

Un nombre femenino surgía en la escena mundial, dominada por caballeros de abolengo y hombres cuyos hobbies eran la navegación y pilotear aviones. Había, pues, una Zaha con el talento, porte y ambición para tirar cada uno de los tabúes que destrozó la mujer-arquitecta-árabe en los siguientes años.

El recorrido no fue sencillo. Hadid, nacida en Irak en 1950, sumaba para entonces más de 15 años en el ejercicio de la profesión, con múltiples diseños rechazados y otros tantos concursos ganados, pero que nunca se construyeron.

Los dibujos que presentaba comenzaron a cobrar fama, no tanto como proyectos, sino como obras de arte que continuaban la corriente del Suprematismo. Sus propuestas de edificios eran vistas con la admiración de lo que impacta, pero que no puede pasar del papel.

Empezó a ejercer a finales de los 70 en el despacho OMA, de Rem Koolhaas -maestro y mentor de la arquitecta, y quizá el creativo más influyente de la última mitad de siglo-, quien ya visualizaba la vena única de Hadid: "es un planeta en su propia e inimitable órbita".

Y si bien el edificio de Vitra fue "la demostración física de que una fantasía podía no sólo construirse, sino ser domesticada", en palabras de la arquitecta mexicana Fernanda Canales, fue con el Centro de Arte Contemporáneo Louis & Richard Rosenthal (Cincinnati, 2003) que Hadid se agenció un lugar en el celoso cosmos de la disciplina.

La paciencia de Zaha fue bien recompensada (habían pasado casi 10 años entre el término de una obra y otra). En 2004, Hadid ya no sólo era un planeta que había llegado a un universo complejo, sino que además reclamaba su lugar en el Olimpo. Fue el año de la primera galardonada con el Premio Pritzker (equivalente al Nobel en arquitectura).

"Era una buena amiga y una mujer que cambió la manera de hacer arquitectura. Los edificios que proyectaba desde la universidad se pensaban imposibles de hacer.

"La recuerdo crítica, ácida y muy cariñosa y amable. A veces nos llevaba a su casa y nos cocinaba", evoca el arquitecto Bernardo Gómez Pimienta, alumno de Hadid en la Universidad de Columbia en la década de los 80.

CONSOLIDA SU ESTRELLA

Después del Pritzker, la imaginación de Hadid comenzó a materializarse en muchos más proyectos. El trazo curvo y vistoso de la angloiraquí tomaba fuerza, al igual que la polémica en torno al mismo.

"Hay 360 grados, ¿por qué he de limitarme a uno?", justificaba su genialidad.

Así aparecieron las obras rotundas: el edificio central de BMW (Leipzig, Alemania, 2005), el museo MAXXI (Roma, 2010), la Opera House de Guangzhou (China, 2010), el Museo Riverside (Glasgow, Escocia, 2011) y un largo y sorprendente etcétera.

En 2012 alcanzó el gran foro: los Juegos Olímpicos de Londres le solicitaron diseñar el Centro Acuático.

No sólo era la oportunidad del gran impacto mundial e inmediato, sino la reafirmación del lugar privilegiado que tenía en el gremio del país que la adoptó.

El mundo volteó a ver las proezas del multimedallista Michael Phelps y el edificio de Zaha también pasaba a la historia como una de las sedes más espectaculares que recuerde el olimpismo.

Al tiempo, su carrera como diseñadora también la había acercado a diversas marcas de lujo. Líneas de joyería, calzado, mobiliario y accesorios se unieron al cúmulo creativo que lega Hadid.

La artífice acostumbraba, desde años atrás, crear la ropa que vestía. Su elegancia era irrefutable y singular: con el temple reflejado en la...

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