Rogelio Ríos/ Con sabor a machaca

AutorRogelio Ríos

En Monterrey se vive uno de los problemas de convivencia social más severos del país, pues al ambiente cosmopolita y de apertura que caracteriza a los negocios no corresponde la misma apertura en la sociedad.

No hay en la ciudad la costumbre ni el antecedente de discutir abierta y tolerantemente los derechos y obligaciones de las minorías políticas, de género o de religión por la sencilla razón de que en otros tiempos ni se ventilaban a la luz pública esas cuestiones.

Todo lo cosmopolita y vanguardista que presumen ser los regios se descompone lamentablemente cuando pasan a discutir los temas sociales candentes del momento: el aborto, los table dance, el género, la discriminación a los pobres, los homosexuales y las lesbianas, el escaso interés por la cultura, la oposición a los mormones y los Testigos de Jehová.

No resulta sorprendente comprobar que cuando se presenta un caso concreto, como el de los estudiantes de secundaria de la secta Testigos de Jehová, expulsados por no honrar a la bandera nacional, a los ciudadanos y autoridades regias los pesca desprevenidos.

¿Qué hacer con los muchachos expulsados de la secundaria?, se preguntan el secretario de educación estatal, el director de la secundaria y las autoridades federales, cuando no hay nada más que aplicar las leyes y reglamentos vigentes con las atenuantes del caso.

¿Qué hacer con los zapatistas en Monterrey?, se cuestionaban las autoridades universitarias tecnológicas y udemitas el año pasado ante la presencia de zapatistas desarmados en su "road show" por esta metrópoli, para finalmente decidir que mejor no se presentaran en sus instalaciones a pesar del interés evidente de sus estudiantes por conocerlos.

¿Qué hacer con las excepciones al aborto, con la ola de robos y asaltos a la ciudad, con la llegada de la competencia al mercado religioso local?, es la pregunta que atormenta a la sociedad inexperta en el debate público.

Creo que antes de empezar a hablar de la ley, la justicia y la tolerancia, lo primero es hacer un esfuerzo supremo por comprender que ningún problema social se puede plantear en blanco y negro y que hay una infinidad de matices en cada caso concreto y en cada persona involucrada en ellos.

No todos los conservadores son de "ultraderecha", "necios" e "incultos", como no todos los interesados en los problemas de la mujer son "feministas a ultranza", "ateos" ni "pecadores".

No todos los zapatistas son "guerrilleros", "extremistas" y "radicales", ni todo el Ejército...

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