Roatán: El paraíso a la espera

AutorCarmen González

Enviada

ROATÁN, Honduras.- Los tesoros de esta isla son de dos tipos. Están los que saltan a la vista y sorprenden al viajero a cada paso: la arena suave, fina y brillante que se cuela entre los dedos; el mar, que desde su inmensa tranquilidad en tonos verdeazulados contempla la vida de los isleños, y los pobladores mismos, cuya enigmática belleza se traduce en cabellos rizados, ojos expresivos y pieles que se debaten entre el moreno tostado y el negro más dulce.

Los otros son los encantos discretos, aquellos en los que el viajero debe invertir un poco más de tiempo para descubrirlos y disfrutarlos; son los que viven debajo de esa masa turquesa: los arrecifes de coral.

Encontrar tanta belleza de súbito puede causar cierta confusión en el viajero. Calma. En Roatán, la vida se mueve con un ritmo acompasado, en sintonía con el vaivén de las olas.

Lo mejor es explorar este territorio por su extremo oeste, en la orilla conocida como West End.

Una calle larga y sin pavimentar concentra la actividad en numerosos restaurantes, bares y discotecas. Los estilos se mezclan bajo una regla única: la diversión.

En Roatán es posible olvidarse de las etiquetas y los convencionalismos durante cualquier velada, en la que la música que ambienta va del rock al reggae pasando por el jazz, el pop y la electrónica. La noche se disuelve en notas.

A 15 kilómetros de este sitio se encuentra la playa West Bay, la más bella a decir de los lugareños.

Las olas descargan su furia en la barrera de coral que la rodea y, así, el mar llega manso a la playa, creando una "piscina" con aguas del Caribe, ideal para la contemplación y el descanso.

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