Ricardo Elias / Crímenes de cuello blanco

AutorRicardo Elias

Se le llama crímenes o delitos de cuello blanco a aquellos actos ilegales llevados a cabo a través de engaños, fraudes sofisticados, ocultamientos o abuso de confianza, y sin que existan de por medio amenazas o el uso de violencia.

Quienes los cometen se caracterizan por llevar vidas de privilegios y derroches, y en muchos casos tienen origen en la envidia y la inequidad de clases.

Algunos afirman que para que un delito sea considerado de "cuello blanco" debe ser cometido por personas pertenecientes a las clases socioeconómicas medias o altas.

La semana pasada, en este mismo espacio, mencioné la exposición de Betsabeé Romero que se presenta en el Instituto Cultural Cabañas, pero sin referirme al mensaje y reclamo social de sus obras, particularmente la titulada "Crímenes de cuello blanco", la cual me dejó un nudo en la garganta.

Esta obra (una instalación de cuellos de camisa de vestir colgados a la altura de los ojos del espectador y de los cuales penden corbatas negras hasta el piso) simboliza a los innumerables criminales de cuello blanco que tanto daño han causado al País y habla por todos los que de alguna manera hemos sido sus víctimas. Cada uno de los cuellos tiene una leyenda bordada en color rojo que dice: "Debo pedir perdón".

Consideré importante reproducir en este espacio el texto colocado a la entrada de la sala donde se muestra esta obra, con la intención de que los criminales de "cuello blanco" (o de bolsa de marca, si son mujeres) que circulan impunemente por todas partes, sepan, o les llegue el mensaje de que los ciudadanos de este País sabemos quiénes son y todo lo que han hecho; que sepan que si bien es poco o nada lo que podemos hacer al respecto, sabemos cómo su negligencia e irresponsabilidad han causado la muerte física y la muerte económica de miles de personas, familias y empresas; que se han hecho ricos a costa de los que menos tienen, depredando, corrompiendo y abusando de todo y de todos; que sabemos que las abultadas cuentas bancarias con las que se pavonean a diario y nos restriegan en la cara son producto del contubernio y del robo institucionalizado; y en especial, que sepan que entre sus elegantes mansiones, yates y lujos descomunales, entre todo lo que tienen, también tienen nuestro desprecio.

Lo digo a sabiendas de que tienen una piel muy gruesa, de que no les importa nada lo que los ciudadanos opinemos de...

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