Representaciones sociales del Centro Histórico de la Ciudad de México: una ventana a la memoria urbana

AutorMartha de Alba
Páginas345-364
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Representaciones sociales
del Centro Histórico de la Ciudad de México:
una ventana a la memoria urbana*
Martha de Alba**
Introducción
El objetivo de este trabajo es estudiar las representaciones del Centro
Histórico de la Ciudad de México en sus residentes actuales. Este objetivo
aparentemente simple implica preguntas que muestran la pertinencia del
tema: ¿cómo viven e imaginan los residentes del centro en su “día a día”
un espacio catalogado como patrimonio histórico de la humanidad?, ¿es
posible apropiarse de un espacio que en principio pertenece a todos los
mexicanos?, ¿la monumentalidad de un Centro Histórico es vista como
símbolo de identidad, como un código que reactiva en el presente un
mensaje del pasado?, ¿es un sacrilegio habitar el corazón del mito funda-
dor del Estado mexicano? Antes de entrar de lleno al tratamiento de estas
preguntas, considero que es necesario aclarar los principales conceptos
utilizados en este estudio.
Utilizo la teoría de las representaciones sociales (Moscovici, 1961)
como un marco conceptual que permite comprender las construcciones
simbólicas del espacio bajo la forma de opiniones, actitudes, imaginarios,
conocimientos especializados o de sentido común, que las personas deten-
tan de manera individual (sujeto social), grupal (grupo reconocido como tal
por compartir cierta ideología y/o territorio) o social (sociedad en su con-
junto). Esta teoría ha sido ampliamente utilizada para estudiar los signif‌i-
* Este capítulo fue elaborado en el marco del proyecto Representaciones, experiencias y memoria de
la metrópoli, f‌inanciado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Ciencia Básica 2007-2010).
** Profesora-investigadora de Psicología Social en el Departamento de Sociología de la Univer-
sidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa.
Martha de Alba
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cados y prácticas del espacio urbano en diferentes escalas y contextos
sociales (Milgram y Jodelet, 1976; Jodelet, 1982; Haas, 1999; Abric y
Morin, 1990; De Rosa et al., 1995; Alba, 2004).
Un postulado común en estas investigaciones es que las representa-
ciones sociales que dan sentido al espacio son elaboradas colectivamente,
de acuerdo con el bagaje sociocultural e histórico de los individuos que
ocupan dicho espacio (proceso de anclaje). Tales construcciones simbóli-
cas del lugar o representaciones socioespaciales se materializan a través de
distintas formas de expresión de la acción o del pensamiento (proceso
de objetivación): prácticas de uso del territorio, discursos sobre éste y
representaciones artísticas donde el sitio ocupa un lugar importante, entre
otros.
Estudiar las presentaciones de un lugar histórico nos conduce forzo-
samente a establecer un nexo con el concepto de la memoria colectiva,
entendida como una reconstrucción social del pasado a partir de la situación
presente de quien recuerda, cuyo marco de referencia es espacial y temporal
(Halbwachs, 1925 y 1950). La memoria de los individuos y de los grupos
se encuentra anclada en los lugares en los que ocurrieron los hechos re-
cordados en un momento histórico particular. Otros autores, además de
Halbwachs, han hecho del espacio un soporte de la memoria: “The very
process of remember is grow out of spatial metaphors of connection and
topography. To remember, says Humberto Eco, is like constructing and then
travelling again through a space [...]” (Hebbert, 2005: 581).
El espacio es un poderoso evocador de recuerdos, y de hecho consti-
tuyó un recurso mnemotécnico ef‌icaz para almacenar conocimiento, imá-
genes e ideas en épocas en las que la memoria no podía ser fácilmente
almacenada en otro tipo de soportes que no fuera la imaginación espacial.
Yates (1966) relata que los oradores de la época clásica recreaban en su
imaginación templos en cuyos rincones y columnas “depositaban” relatos
que podían recuperar al volver a recorrer imaginariamente el lugar.
La relación entre memoria y espacio va más allá del mero recurso
mnemotécnico. Para Halbwachs (1950), el espacio es la imagen del grupo
que lo ocupa. La estructura y las formas de vida de los grupos se expresan
en el espacio urbano que han creado, en los barrios y las ciudades que
han erigido. El arreglo y diseño arquitectónico de las edif‌icaciones ex-
presan las formas de vida propias de la sociedad y época a las que perte-
necen. El espacio construido se convierte así en un signo que contiene un
mensaje significante para sus ocupantes, materializando su identidad

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