Relevo en el número 10

AutorDiego Beas

Londres, Inglaterra.- Anthony Lynton Blair se convirtió en primer ministro el 2 de mayo de 1997, en ese entonces, la princesa Diana todavía vivía, el presidente Clinton recién comenzaba su segunda administración y a muy pocos les decía algo el nombre de Osama Bin Laden. En política 10 años son toda una vida y hoy Gran Bretaña y el mundo han cambiado. Y Blair, uno de los líderes europeos más controversiales de las últimas décadas, ha estado allí para contarlo.

Antes de ser político, Blair quiso ser músico profesional. Músico de rock para ser exacto. Uno de sus ídolos de juventud al que trató de emular y seguir sus pasos, cuentan, fue Mick Jagger, el líder de los Rolling Stones. Frustrado por su falta de éxito en los escenarios, Blair no tuvo más opción que abandonarlos, estudiar derecho y meterse en política.

Miembro del Partido Laborista desde 1975, Blair ha sido la fuerza detrás de la resurrección de una agrupación política que hasta antes de su incorporación como líder se encontraba perdida, desmoralizada y con cuatro derrotas consecutivas en las elecciones generales a sus espaldas.

Así, en 1994, de la mano de un joven y carismático líder, nació el nuevo laborismo. El movimiento surgió no sólo como un intento de romper con las viejas estructuras del anquilosado y dogmático laborismo británico, sino también, y más importante todavía, con el rol que hasta entonces había jugado tradicionalmente la izquierda. Blair llegó al gobierno energizado por un rotundo triunfo electoral -después de 18 años de gobiernos conservadores- dispuesto a demostrarle al mundo que ser de izquierda no estaba peleado con resolver problemas sociales por medio de soluciones que involucraran al mercado.

El nuevo laborismo conservador

Blair inició su administración con la intención de encabezar, en sus propias palabras, "uno de los gobiernos reformistas más radicales de la historia". En el tintero había un gran número de temas sobre los cuales los laboristas ansiaban tomar decisiones: la modernización de los oxidados servicios públicos (salud, educación, transporte, etcétera), abandonar o no la libra para entrar en el euro, involucrarse más en el proceso de construcción europea, buscar soluciones al conflicto del Ulster, regresar o no soberanía a Escocia y Gales, entre otros.

El mandato electoral de Blair se basaba, principalmente, en transformar al Reino Unido en un país con un manejo económico moderno que supiera equilibrar un estado de bienestar similar al de otros...

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