Regresan las 'yeguas'

AutorYanireth Israde

Guadalupe Loeza tuvo lectores antes de publicar novelas o artículos de prensa. Las cartas que enviaba de París a México en los años 60, veinteañera entonces, las leían sus destinatarios en familia los domingos, anticipo de las columnas semanales que publicaría 20 años después.

"Mis amigas me decían: "que dicen mis papás que me escribas más seguido porque los domingos leemos tus cartas", cuenta la autora de Las niñas bien.

En rigurosa letra manuscrita las más tempranas no torcía líneas ni invadía renglones, mecanografiadas las más tardías, las misivas abultan una carpeta verde de gruesos aros en su librero, testimonio no sólo de su precocidad por las letras, sino también fuente literaria, pues de ellas abrevará para relatar la tercera parte de la historia de Sofía Garay, una mujer adicta a la verdad.

Las yeguas finas, de 2003, primera de la serie, relata la infancia del personaje, mientras en Las yeguas desbocadas, la segunda parte de reciente publicación, Sofía, quien ha cumplido 16 años, es una adolescente crítica de la burguesía que la rodea.

"Hay de crítica a críticas; la que hace no es amarga, no es ácida. La novela contiene denuncia, pero con ironía, nostalgia y humor, que aporta un matiz muy importante, apunta la también periodista.

"Sofía es el producto de la típica familia mexicana burguesa con pretensiones y con valores muy equivocados, con falsos valores. Ella padece ese mundo, no lo entiende. Su mamá le dice: "tienes que salir en el concurso de las niñas mejor vestidas de México", y ella no quiere. Además (su familia) no tenía dinero, imagínese las contradicciones.

Aunque su madre, Inés, la etiqueta como tonta, Sofía no cede, se cuestiona, se rebela, se desboca, harta de las apariencias, la doble moral, el caos, los gritos y sombrerazos de su numerosa familia y de la represión hacia las mujeres.

"Desbocarse en esa época era no quedarse con los brazos cruzados, era querer conocer otros mundos, ser curioso. En su casa, Sofía vivía situaciones límite, no había horarios, ni...

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