Rebanadas / Sí te pesca

AutorCony DeLantal

Por fiiin llegó el Fisher's a Monterrey, uno de los restaurantes de mariscos más icónicos de la CDMX -de mis preferidos, tengo que decirlo- que ya tiene también presencia en Acapulco, Ixtapa, Morelia, Puebla, Querétaro, Toluca y Veracruz. No la frieguen, faltábamos nosotros.

Después de mucho hacerla de emoción por fin nos lo abrieron en Punto Valle. No sé si alguien más en Monterrey lo estaba esperando pero yo sí. Y se me hicieron eternas estas últimas dos semanas, cuando ya estaba prácticamente listo pero nada que abrían.

Y yo haciéndoles guardia en la puerta como alcalde montonero pidiendo presupuesto. En cualquier descuido me meto, pensé, no creo que aquí me gaseen, pero afortunadamente alguien salió antes a explicarme.

Como siempre, el tema era de permisos. Ahhh, les dije, bienvenidos al municipio modelo de México. Se nos pasó decirles que es más fácil entrar al cielo que a esta colonia. Ni el San Pedro de arriba te pide tantos trámites como el nuestro.

Este lunes por fin sucedió el milagro. Típico recibimiento regio: lleno total. Obvio que mi marido me mandó a la fregada. Martes igual. Otra vez lleno y otra vez mi Judas se me negó.

El miércoles por la mañana le platiqué la historia de una viuda que mataba a su marido porque no la había querido llevar a cenar y para el mediodía ya estábamos ahí haciendo antesala.

Hasta eso, no esperamos mucho. El restaurante está tan grande y el servicio tan ágil (como es su costumbre) que todo fluye rapidito.

Les quedó fregón. Como nos lo merecíamos. 100 por ciento Fisher's. Mismo concepto y mismo súper servicio con ese chorratalal de meseros que siempre tienen. La manteleta del menú también se la trajeron idéntica, con los mismitos platillos. Tooodo igualito excepto un detallito: ¡los precios!

A todo le treparon entre un 15 y hasta un 30 por ciento. ¡Más arriba que en la CDMX! ¡Qué poca! Eso no nos lo merecíamos. ¿O sí? Quién nos manda andar pagando esos precios sin chistar.

Bueno, mi marido sí chista. El problema es que se queja conmigo no con ellos. Y como quiera los paga, la única diferencia es que los paga echando madres. Es más, no teníamos moños pero le propuse ponernos un frijol negro en el diente en señal de luto. Me parecía una forma creativa de protestar, pero no le gustó mi idea.

Esos frijoles negros en bola vienen dentro del taco de langosta, que por cierto está riquísimo, pero en Polanco lo pagamos en 180 pesos (y obvio que desde entonces a mi marido se le hizo caro, porque es más bien un...

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