Rebanadas / Un clásico: Pierrot

AutorCony Delantal

Con casi 30 años de presencia en nuestra Ciudad este tradicional restaurante es ya un punto de referencia. Se dice fácil, pero pocos son los restaurantes que puedan darse el lujo de presumir una edad tan avanzada, pero sobre todo mantenerse en la preferencia de los comensales. A esta lista podemos agregar al Chemary con 26 años y dirigido por la Sra. Arrate Garaizabal y el Suehiro con 34 años de haber abierto sus puertas.

El Pierrot, ubicado en Justo Sierra 2355 y dirigido por su propietario, Pierre Dhainaut, se sigue manteniendo en el agrado de los tapatíos que siguen dándole su voto de confianza.

El ambiente que se respira es de camaradería, pues en un par de mesas cercanas a la nuestra, los comensales se sentían y desenvolvían como si estuvieran en su propia casa. Hablan con mucha naturalidad con los meseros que se desviven por atender cualquier necesidad o petición de alguno de ellos. Claramente puedes notar que son clientes frecuentes que incluso se saben ya la carta y se atreven a sugerirle a sus compañeros de mesa: Amigos de qué traen antojo, si quieren carne sin lugar a dudas el filete a las tres pimientas y si es pescado, ni lo piensen: la trucha almendrada.

Sigo pensando, como lo comenté en mi anterior columna que a los restaurantes franceses en nuestra Ciudad les falta poner un poco más de cuidado en decoración y mobiliario. Aprovecho para agradecer la carta del Sr. Antoine Maume en la que discrepa de algunos de mis comentarios en este sentido.

En el caso del Pierrot no es la excepción, pero al parecer el comensal cautivo con el que cuentan no se fija en esos detalles sino más bien en su carta. Las puertas de madera sin laca, las sillas con bejuco y las lamparitas de pared ya un poco viejonas, los baños aunque limpios un tanto retro, todo contrasta con los mini split que están por todos lados ya que sus diseños son modernos. Un detalle que es importante destacar, pues lo anterior es decorativo, es que uno de los cubiertos que nos trajeron para el postre estaba sucio con algo de comida en el tenedor.

En esta ocasión me fui acompañada y custodiada por mi hijo el mayor, les confieso que tuve una sensación un tanto rara: por un lado me sentía muy orgullosa de ir de la mano de mi hijo, pero por otro lado ¡me sentí más vieja!

La compañía fue maravillosa, escuchar a tu hijo hablar de su primera experiencia formal de noviazgo es muy interesante. Nunca dejará uno de aprender de los hijos. En fin, ya me desahogué. Dicen los sicólogos que...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR