Querétaro: Sinaí en llamas

AutorJosé Muñoz Cota
Páginas55-68

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“Lo primero que debe hacer la Constitución política de un pueblo, es garantizar, de la manera más amplia y completa posible, lo libertad humana, para evitar que el gobierno, a pretexto del orden o de lo paz que siempre alegan los tiranos para justificar sus atentados, tenga alguna vez que limitar el derecho y no respetar su íntegro, atribuyéndose la facultad exclusiva de dirigir la iniciativa individual y la actividad social, esclavizando al hombre y a lo sociedad bajo su voluntad omnipotente”.

Venustiano Carranza.

Dice Rudolf Rocker:

“Todas las grandes luchas en el seno de la sociedad fueron luchas por el derecho; los hombres trataron siempre de afianzar en ellas sus nuevos derechos y libertades dentro de las leyes del Estado, lo que, naturalmente, tenía que llevar a nuevas insuficiencias y decepciones. A eso se debe el que hasta ahora la lucha por el derecho se haya convertido en una lucha por el poder, que hizo de los revolucionarios de la víspera los reaccionarios del día siguiente, pues el mal no arraiga en la forma del poder, sino en el poder mismo. Toda especie de poder, cualquiera que sea, tiene la pretensión de reducir al mínimo los derechos de la comunidad para sostener su propia existencia. Por otra parte aspira la sociedad un ensanchamiento permanente de sus derechos y libertades, que cree conseguir por una restricción de las atribuciones estatales. Esto se evidencia sobre todo en los periodos revolucionarios, cuando los hombres están inspirados por el anhelo de nuevas formas de cultura social.

De este modo la disidencia entre Estado y Sociedad,

Poder y Cultura, es comparable a las oscilaciones de un péndulo, cuyo eje se mueve siempre en línea recta y de tal manera que se aleja cada vez más de uno de sus dos polos

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(la autoridad) y pugna lentamente hacia su polo opuesto, la libertad.

Y así como hubo tiempo en que el poder y el derecho eran una sola cosa, nos dirigimos presumiblemente hacia una época en que toda institución de dominio seguramente desaparecerá dejando el derecho, el puesto a la justicia y las libertades a la libertad.50Este problema de orden revolucionario, fatalmente histórico, tuvo que presentarse, sobre todo en Querétaro donde, para cumplimentar el compromiso contraído con el pueblo desde la Hacienda de Guadalupe, iba a celebrarse el Constituyente que diera institucionalidad, constitucionalidad, a la Revolución de 1910, hecha ya gobierno, Constitucionalmente, México estaba regido por la Constitución, vigente en principios de 1857.

El golpe de Estado provocado por Victoriano Huerta y su grupo, el asesinato del presidente y vicepresidente constitucionales, el nombramiento espurio de Victoriano Huerta como primer mandatario, habían creado de derecho y de hechos, una situación anómala. Propiamente estaba roto el poder constitucional y, además, fracasada la Revolución, cuando menos interrumpida.

La violación a los derechos individuales, el abuso de autoridad, francamente la dictadura de un individuo dipsómano, las crecientes contradicciones internas, el sacrificio de masas trabajadoras, la serie de asesinatos y el secuestro de todas y cada una de las libertades, todo coincidió para ir formando una atmósfera de malestar social; otra vez, irremediablemente, el dolor social preparó el levantamiento en armas que ya hemos reseñado, aun cuando haya sido a grandes rasgos.

Pero el triunfo de las armas revolucionarias avivó las aspiraciones de las masas insurgentes y, de modo impostergable, surgió la necesidad de un constituyente que diera estructura legal a las metas vitales de la Revolución.

No cabe, dentro de los límites prefijados de este ensayo, el análisis minucioso del panorama político, inclusive dentro del seno de la revolución triunfante.

Puede decirse, generalizando, que se podían señalar tres grandes: los revolucionarios en el poder —divididos en dos tendencias: radicales y moderados—; enfrente, agazapada la reacción, los intereses de los porfiristas y los neo porfiristas que, no habiendo sido aniquilados, permanecían mimetizados inclusive en las filas de la Revolución.

¿Cuál fue en realidad la ideología de Venustiano Carranza? La respuesta no es tan sencilla como parece para un juicio, por ejemplo, el texto del discurso pronunciado por el Primer Jefe, en la ciudad de Hermosillo, tendríamos que aceptar, dado su carácter radical, socialista, postulando la lucha de clases declarando que era inevitable la transformación del régimen capitalista en un nuevo orden de cosas sociales, entonces, digo, tendríamos que proclamarlo como el hombre más avanzado

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para su época, porque, en verdad, no fue frecuente en esa época de confusión, una declaratoria de principios tan extremista; pero si, por el contrario, se parte de algunos hechos, la objeción a la radicalización del Plan de Guadalupe —que ya hemos reseñado—, la resistencia a los principios agraristas de Zapata, el proyecto, con espíritu moderado, apegado más a la Constitución de 1857, base, precisamente, para los recios y acalorados debates que hubo en el seno del Constituyente, entonces, habría que dudar de la ideología socialista del Primer Jefe.

Hay que puntualizar un hecho: los artículos 27 y 123, el 3º, inclusive, pudieron triunfar en Querétaro gracias al grupo de izquierda que logró conquistar la mayoría después de formidables discusiones; pero, sobre todo, gracias a la presencia de las fuerzas obregonistas, en una época en que el general Álvaro Obregón aparecía como representante de los anhelos avanzados.

La verdad es que en el Congreso de Querétaro se dieron cita las dos tendencias marcadas en la familia revolucionaria. Un hecho es indiscutible —y también hay que señalarlo—, el Primer Jefe, usó de todos los recursos para hacer que triunfara su anteproyecto —teñido con espíritu conservador—. Pero el voto impuso a las mayorías, el Primer Jefe no hizo ya nada para impedir la Constitución y acudió jurarla.

Se ha dicho, asimismo, que las maniobras para imponer una Constitución moderada —pensando sobre el ánimo del Primer Jefe— fueron obra del llamado Grupo Renovador.

Se entiende por Grupo Renovador a los diputados que durante la XXVI Legislatura —la única de corte maderista— aceptaron formalmente la designación de Victoriano Huerta aunque, posteriormente, se justificaron de ello alegando que habían obedecido las consignas de Don Venustiano Carranza quien los había instado para que no abandonaran el Congreso con miras tácticas.

No todos aceptaron esta explicación. No obstante que, el propio Venustiano Carranza avaló la actitud de los renovadores. Era secretario de Gobernación el licenciado don Jesús Acuña. Este probo funcionario no llegó a Querétaro a pesar de que él signó la convocatoria. El acontecimiento de su renuncia lo explica así el ingeniero Juan de Dios Bojórquez, en obra que tendremos que seguir paso a paso:

“El signatario de la convocatoria del Constituyente. Jesús

Acuña, no llegó a Querétaro al frente de la cartera de Gobernación. Poco antes del Congreso, renunció a su cargo, debido a las maniobras del grupo renovador que a toda costa se empeñaba en llevar la batuta durante las jornadas de Querétaro. Al licenciado Acuña no lo convencieron nunca las explicaciones que daban los renovadores sobre su permanencia en la capital durante el huertismo, ni creyó que anticipadamente don Venustiano los hubiera comisionado para hostilizar al pretoriano en la Cámara de Diputados. La verdad es que el señor Carranza se apoyó en los renovadores para preparar el

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Constituyente y fueron ellos quienes redactaron el proyecto de

Constitución que fracasó en Querétaro. Acuña era un hombre inteligente, bien preparado y un buen revolucionario”.51Este es, como se ve, uno de los puntos a debate, todavía por resolverse. El mismo Bojórquez piensa:

“La Revolución Mexicana fue formando su ideología durante la lucha y que el anhelo de hacer una Constitución en consonancia con la época en que vivimos, brotó de todas partes; de las altas esferas oficiales de los militares en servicio activo y de los civiles preocupados en dar forma coherente al movimiento iniciado en 1910. En resumen puede decirse: Madero realizó la revolución política y Carranza hizo que cristalizaran en nuestra Carta Magna los mejores anhelos y las esperanzas de redención social de las clases desvalidas de México. El primer ejecutor decidido de los preceptos constitucionales que sintetizan las aspiraciones de la Revolución Mexicana fue Álvaro Obregón. Por eso he dicho antes que la trayectoria de este movimiento, se describe con tres nombres: Carranza, Madero, Obregón”.

El punto...

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