Pueblo, populismo y democracia.

AutorR., Pablo Oyarzun
CargoEnsayo

[People, Populism, and Democracy]

Pueblo

El populismo postula y agencia ("agenciar" es aqui el modo de postular) algo comun entre todas y todos aquellos a quienes interpela su convocatoria. Ese "algo" determina la inscripcion comun en el "pueblo" como principio de identidad y pertenencia, pero lo hace, de acuerdo con el agenciamiento populista, de tal manera que es aquello "comun" lo que constituye en primer lugar al "pueblo". Dicho de otro modo, el "pueblo" del populismo no existe como un dato primario, como una realidad preconstituida u originaria. No tiene, por lo pronto, sustancia alguna. No es el Volk del romanticismo, que importa traer a cuento porque el concepto (o construccion) de Volk apela sobre todo a lo comun como principio de arraigo: en costumbres, tradiciones, modos de ser y de hacer y hablar, de habitar; modos de vida y existencia. El Volk no nace por un pacto (no importa lo ficticio o hipotetico que sea) en virtud del cual los individuos se asocian para formar una Gesellschaft, una sociedad, sino que es anterior de manera radical a todo pacto porque abreva en lo comun; es una Gemeinschaft, una "comunidad"; y aqui no es preciso referir--aunque si importa tenerla en cuenta, porque no es un caso unico--la radicalizacion ominosa de los conceptos de Volk y de Gemeinschaft en el nacionalsocialismo.

Sin embargo, aunque el "pueblo" del populismo no es oriundo, la operacion que lo constituye--lo que llamo el agenciamiento populista--apela a notas y connotaciones que de un modo u otro juegan, de manera latente o explicita, con un sentido de autenticidad que dificilmente podria separarse de la implicacion de lo originario, lo genuino, lo veraz. Algo se cuela por aqui respecto de lo cual es preciso estar alerta.

El mito de la sustantividad (que como todo mito tiene al fin asidero material) es un espectro que pena en el populismo. Un problema decisivo en este es la construccion de la nocion "pueblo" a partir de la interpelacion y la convocacion a constituirse en un lugar que tiene por lo pronto el espesor de un nombre: un nombre poderoso, sin duda, puesto que hace referencia a un sujeto que se supone que es el depositario del poder social y politico. Al tratarse, pues, de una construccion, en el proceso de constitucion esa nocion puede asumir una densidad ontologica por la asociacion de diversos elementos sustantivos que le dan densidad a la operacion identitaria que es inseparable del agenciamiento populista. Pero la sustantividad no es el unico espectro ni--desde el punto de vista de lo condicionante--el mas decisivo, por mucho que sus consecuencias reales puedan llegar a ser aterradoramente nocivas. Existe otro, que esta estrechamente asociado a ese "comun" que interviene en la constitucion populista de "pueblo".

Lo "comun" tiene ante todo el caracter de un sentimiento que refuerzan ciertas experiencias reiteradas: es un sentimiento de privacion por exclusion: saberse (en el modo del sentimiento y quiza del resentimiento) excluido de la participacion en bienes sociales, derechos y oportunidades, excluido de la participacion en decisiones que son relevantes para la propia existencia. A este sentimiento cabe llamarlo malestar. Si se esta dispuesto a aceptar que la "demanda", como quiere Laclau 2005 (pp. 72 y ss.), es la unidad de analisis minima en relacion con la construccion del vinculo social, parece preciso reconocer que su caldo de cultivo es ese malestar primario que difunde el aire de familia (la equivalencia) entre las multiples demandas que buscan articularlo. Todo lo que se diga de la eficacia politica de las demandas articuladas en cadena ha contraido una deuda original con el malestar de la exclusion, y el componente afectivo que se atribuye a la convergencia de tales demandas--la cadena de equivalencias--se deriva en esencia de esa deuda. En otras palabras, si hay una demanda de todas las demandas es la demanda de la no exclusion, la cual seria el momento originariamente democratico del populismo--lo que no equivale a decir que el populismo necesariamente esta en el origen de la democracia--.

Decia lineas antes que en lo "comun" del malestar va implicita la exclusion respecto de la capacidad de decidir cuestiones determinantes para la existencia de cada cual. Tiendo a pensar que este es un aspecto del agenciamiento populista que tiene especial significacion: su interpelacion va dirigida a cada cual, en la particularidad de su vida cotidiana, en el pormenor de sus experiencias, e imprime sobre ellas la huella de un sentido que atane a muchos mas con quienes se comparte una misma condicion que no es otra, por cierto, que la de estar excluidos, aunque no todas y todos excluidos del mismo modo y respecto de lo mismo. Eso da sentido al malestar. Es una suerte de configuracion afectiva del lazo social. Desde este momento, es posible articular demandas, vincularlas en cadena y desbordar la especializacion institucional de que dispone un Estado para atenderlas y eventualmente negociarlas una a una, de acuerdo a su especificidad (salud, educacion, prevision, medio ambiente, etcetera).

Esto que podriamos llamar "dispositivo populista" resulta ser algo peculiar: hablar a cada cual dando sentido y horizonte a su malestar y, de ese modo, incorporar a cada cual a un todo social que se reconoce en esa condicion por diversas causas y experiencias, y en el interior del cual ya se es, fraternizado con los iguales, una o uno mas de un colectivo en movimiento, en movilizacion. Como quiera que el populismo constituya a su pueblo, ya sea que lo densifique con atributos ontologicos o que lo active en la performance de la movilizacion, tiene por necesidad que pensar en un pueblo, no solo en el pueblo genuino--la parte que es el todo (Laclau 2005, pp. 83 y passim)--, sino en un pueblo uno, en la representacion de una unidad interna, inmanente, que no puede (ni debe) reconocer diferencias de una u otra manera apreciables entre sus integrantes. Nada mas ajeno al populismo que abrirse a la posibilidad de pensar el "pueblo" en plural. Por cierto que, en esta unificacion, es determinante la figura y la voz del lider, que es, en medio del "nosotros" multitudinario, el unico nombre y que, como tal, es expresion y foco de la unidad del "pueblo".

En este sentido, se puede decir que el populismo activa y desactiva al "pueblo" como categoria politica. Lo activa constituyendolo en y por su interpelacion en nombre del desmedro, la marginacion, la perdida de los derechos, la vulnerabilidad de las condiciones de vida; lo activa convocandolo a constituirse en un lugar vacante, con carga simbolica de memoria, de promesa o de revancha, que tiene en su nucleo el principio de la soberania. Lo desactiva--aun en el entusiasmo de la movilizacion--al activar el desmedro de la exclusion, en virtud de la cual la interpelacion actua, como condicion de autenticidad por la oposicion cerrada a las elites corruptas, insensibles o ineficientes (o a los otros amenazantes o a ambos por igual), con lo que provoca una clausura identitaria y la remision de todas las relaciones que lo traman, por diversas que sean, a la verticalidad del lider.

En virtud de esta activacion y desactivacion simultanea--sin esa simultaneidad la posibilidad misma de dirigir al "pueblo", de focalizar las energias colectivas, de poner en marcha propositos que se defiende que son comunes quedaria sencillamente en entredicho--lo que acontece es una neutralizacion logico-semantica del concepto mismo, que de...

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