Prólogo a la tercera edición

AutorJorge Mario Pardo Rebolledo
Páginas15-17

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Lograr una implantación exitosa del nuevo modelo procesal penal -incorporado mediante la reforma a la Constitución Política de los Estado Unidos Mexicanos de 18 de junio de 2008 -, es una tarea que no resulta sencilla debido a que además de los cambios legales, estructurales y materiales que implica, la principal exigencia del sistema, genera un gran reto que es el que cada actor en el proceso asuma de manera responsable el papel que le corresponde; sin embargo, en este camino hacia la implementación se generan diversas interrogantes, como son: ¿podrá realmente el Ministerio Público en México asumir con seriedad y responsabilidad su papel en el sistema adversarial que es el de investigar y acusar, llevando a cabo investigaciones impecables que permitan tener confianza en la honestidad y la capacidad de su actuación?, ¿podrán existir abogados postulantes que garanticen una defensa adecuada tanto de inculpados como de víctimas, que no permita que su cliente sea condenado injustamente o bien que quede impune una conducta delictiva?; asimismo, ¿será lo mejor dejar que el juez no haga nada más que ser un espectador práctico que decida la culpabilidad o no y el derecho aplicable al final del proceso, únicamente con los elementos que aportaron las partes, sin interesar en demasía la verdad histórica?

En el juicio oral, como coloquialmente se le conoce al nuevo sistema penal acusatorio, puede afirmarse que prevalece una tendencia que procura garantizar una mayor observancia de los derechos humanos, no solo del inculpado sino también de la víctima del delito. Es claro que la justicia penal tiene como ulterior objetivo la protección de la convivencia entre las personas en sociedad mediante la represión de la criminalidad, sujetándose siempre al reconocimiento y respeto de la dignidad humana de todos los involucrados en la esfera del delito, haciendo de tal manera posible un modelo de procuración de justicia penal en el que se respeten los derechos fundamentales.

Así, dada la amplitud y complejidad de las reformas en comento, considero que la presente obra, de la que me siento honrado de poder aportar estas breves palabras a manera de prólogo, resulta de indudable trascendencia, sobre todo para aquellos profesionales del Derecho que

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se desarrollan en el ámbito litigioso, aquellos abogados postulantes que -como dije - son una pieza fundamental en esta maquinaria que ahora se echa a andar, pues llevan la carga de garantizar una...

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