Prólogo

AutorMtra. Janick Montaño Nava
Páginas10-13
PROLOGO
Desde que era niña soñaba, con los ojos abiertos y cerrados,
que algún día tendría una gran empresa y me veía yo entrando con
mis grandes tacones, mi pelo alaciado y mi traje sastre a una ofi-
cina con un gran escritorio blanco y un delicioso olor a café, me
sentaría en mi gran sillón negro y enseguida me saludaría mi linda
asistente con mi café preparado y los pendientes del día, un chofer
fuerte y alto que me llevaría a todos lados y me protegería como el
guardaespaldas de Whitney Houston y, empleados que me iban
a querer mucho y a quienes yo siempre apoyaría; total, soñar no
cuesta nada.
He tenido mucha suerte, ya que, aunque los tacones me resultan
incómodos y me encanta manejar, sí tengo mi empresa, no grande,
pero lo suficiente para hacerme feliz; sí huele a café cuando llego y
tengo mi enorme escritorio blanco con mi sillón negro y casi todos
mis empleados me quieren.
Durante muchos años he visto al autor de esta obra defender
inquebrantablemente los derechos de todos los trabajadores, que
han sido víctimas de injusticias laborales, ya que han tenido jefes
que sin importar nada violan sus derechos laborales; y, aunque su
especialidad es el derecho laboral burocrático, han sido años en-
teros escuchando lo apasionado que es defendiendo a los trabaja-
dores que así lo merecen y me llena de orgullo saber de su calidad
humana y la responsabilidad con la que ve los derechos humanos
de la gente. Pero a mí me toca estar del otro lado, como patrón,
y la llegada del COVID-19, el encierro y la desesperación, me hi-
cieron pedirle ayuda, ya que leo inmensos comentarios negativos
respecto a los empresarios, como si los empresarios fueran como
el COVID-19, un virus, porque casi nadie recuerda que son pocos
los grandes y millonarios empresarios en este país, los demás tam-
poco tenemos un cofre de dinero bajo la cama y menos que se
multiplique solo.
Existimos muchos empresarios de micro, pequeñas y medianas
empresas, que damos empleo para sostener a familias, en mi caso
directamente 25. A la mayoría de los empresarios nos preocupa
nuestro país, nuestra gente, nuestros clientes y tenemos noches en
las que no dormimos si no tenemos ventas; nos volvemos mamá o
papá de más hijos, sentimos sobre nuestros hombros la responsa-
bilidad no sólo de los hijos que viven bajo nuestro techo, sino de los

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