Prólogo

AutorFrancisco González de Cossío
Páginas7-10
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Francisco González de Cossío
Prólogo
El apetito por el deporte proviene de lo más profundo del ser humano. Cons-
tituye la realización de un potencial. La satisfacción de una sed. Lograr Ser
mediante el hacer, lo cual da placer –y uno de los más grandes.
El deporte es un fenómeno cultural.1 El deporte es una vocación. Y dicha
vocación tiende a la internacionalidad. Querer ser el mejor rebasa muy
rápido el círculo inmediato del deportista. Su clímax nunca se reduce a lo
nacional. Siempre tiende a la universalidad.
Esta vocación encuentra un obstáculo: las fronteras. Dichas (artificiales)
divisiones propician diversidad, cuando lo que se necesita es uniformidad.
Dado que el principio de igualdad deportiva (level playing field) se extiende
al terreno jurídico, ¿cómo lograr uniformidad cuando el terreno internacio-
nal es variopinto, a veces sinuoso?
La respuesta ha sido no sólo interesante, sino emocionante: la confección
de un derecho trasnacional especializado. Una lex sportiva que rige a todo
competidor internacional.
El desarrollo es estimulante en lo técnico y apasionante en lo ideológico.
Además, ha sido exitoso, en buena medida por el mecanismo escogido para
hacerlo cumplir: el arbitraje.
La idea ha echado raíz. Es un paradigma aceptado. La materia ha pasado
de la infancia a la adolescencia. Y como suele suceder, en dicha etapa apa-
recen problemas que deben resolverse para llegar a la madurez. A conti-
nuación se tocarán dos: soberanía y orden público.
SOBERANÍA
Casi cada país tiene un régimen deportivo propio, diferente al internacional.
Ante ello, ¿constituye la lex sportiva una afrenta a la soberanía?
1 Como explica Johan Huizinga, Homo Ludens, Buenos Aires, Emecé Editores, 1972.

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