Primacía de lo público

AutorOmar Guerrero
Páginas288-325
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XI. PRIMACÍA DE LO PÚBLICO
A LO LARGO de esta obra hemos puesto un énfasis deliberado
en lo administrativo, como el concepto axial que organiza
el conjunto de las categorías de la ciencia de la administra-
ción pública. Esto no signi ca, de ningún modo, que la voz
pública sea irrelevante, sino todo lo contrario, pues ella es
precisamente la que marca de un modo inequívoco la dife-
rencia especí ca de la administración del Estado, ante otras
administraciones. Tiene, pues, primacía en la de nición de
la administración pública.
Dentro del pensamiento político y social de Occidente la
diferenciación entre lo público y lo privado ocupa un sitio
relevante, sobre todo a partir de que Georg Wilhelm Friedrich
Hegel la desarrolló como el fundamento de su interpreta-
ción del mundo moderno. El fenómeno, sin embargo, se ha-
bía evidenciado mucho tiempo antes como es visible en los
escritos de Jean Bodin sobre la venta de cargos en Francia,1
así como a través de las obras de Thomas Hobbes2 y Jean-
Jacques Rousseau.3
Del mismo modo, la tensión existente entre lo público y
lo privado tiende a servir de explicación de otras oposicio-
nes, como la habida entre el Estado y la sociedad, así como
la antinomia entre la política y la economía. De hecho, esta
triple dicotomía parte de un suceso primigenio a partir del
cual la unicidad de la formación feudal se descompuso en
1 Jean Bodin, Les Six Livres de la République, Scientia Verlag Aalen, Ale-
mania, 1970 (facsímil de la edición de 1583).
2 Thomas Hobbes, Leviathan, The Library of Liberal Arts, Indianápolis,
1978 (1651).
3 Jean-Jacques Rousseau, El contrato social, Porrúa, México, 1979
(1762).
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dos grandes ámbitos de vida, que a través de un proceso de
di vergencia apartó el aspecto genérico de la existencia huma-
na, de su faz singular. Para referir la divergencia señala da
usamos términos como oposición, antinomia, separación, di-
ferenciación y dicotomía, porque esas formas semánticas
expresan adecuadamente las modalidades simbólicas me-
diante las cuales las dos grandes esferas de vida se aparta-
ron entre sí, y se visualizan aisladas una de la otra.
DIALÉCTICA ENTRE LO PÚBLICO Y LO PRIVADO
Por principio hay que destacar la peculiaridad de la oposi-
ción entre lo público y lo privado como condición vital del
mundo moderno, si bien ya se había anunciado en algunas
de las formaciones sociales precedentes. Su carácter mismo
sólo es explicable a partir de la diferenciación de esas dos
esferas de vida. La separación entre lo público y lo privado es
el fundamento a través del cual se representan, paralelamen-
te, dos ámbitos diversos: lo universal y lo particular, separa-
dos, pero interdependientes. Esta antítesis es un hecho his-
tórico que culminó directamente con la supresión plena del
feudalismo durante la Revolución francesa. En efecto, cuan-
do el capitalismo expropió los medios de producción a los
feudatarios, despojó al mismo tiempo a las comunidades y
los pequeños propietarios que trabajaban conjuntamente,
disolviendo todos esos vínculos genéricos que unían a los
hombres entre sí. Fue de tal modo como se creó al propieta-
rio privado; es decir, al individuo aislado de otros individuos
que identi ca a la burguesía como la clase dominante que
hace de la sociedad la imagen de sus intereses. Ella dicta su
propia forma de nida por la propiedad privada, de modo
que cada individuo existe como tal por cuanto es propieta-
rio, de manera que el hombre genérico desaparece para de-
jar paso al hombre individual.
290 ÁMBITO DE LEGALIDAD CIENTÍFICA
En efecto, el capitalismo, al liquidar al feudalismo y di-
solver los vínculos sociales que le eran propios, rompe los la-
zos que encadenaban el individualismo egoísta que personi-
ca a la burguesía. Según Karl Marx, la escisión de la sociedad
en sus partes integrantes más simples: los individuos y la
puesta en práctica del idealismo del Estado, signi có para-
lelamente la puesta en práctica del materialismo de la socie-
dad. Es decir, la supresión del yugo político es al mismo tiem-
po la cesación de las ataduras que sujetaban el espíritu egoísta
de la sociedad burguesa. La emancipación política no fue
otra cosa que la independencia de la sociedad burguesa de
los límites de la política, en la que se hallaba con nada.4 El
capitalismo forjó una nueva sociedad a partir de la creación
de una sociedad civil no política y la creación de un Estado
político no civil.
La revolución política que extinguió el poder señorial
de los feudatarios elevó los asuntos del Estado como asun-
tos del pueblo y constituyó al Estado político como un tema
general, toda vez que abolió paralelamente el carácter polí-
tico de la sociedad burguesa, e hizo que determinadas activi-
dades y condiciones de la vida descendieran hasta una signi-
cación puramente individual. La cosa pública pasó a ser
de incumbencia general de todos los individuos y la función
pública su función universal. Esa revolución, a decir de Marx,
liberó de sus ataduras al espíritu político, que se hallaba es-
cindido, dividido y estancado en los callejones sin salida de la
sociedad feudal; lo aglutinó sacándolo de esta dispersión, lo
liberó de su confusión con la vida burguesa a la que se había
unido y lo constituyó en la esfera de la comunidad, de la acti-
vidad universal del pueblo en el ideal de independen cia respec-
to de aquellos elementos particulares de la vida burguesa.5
4 Karl Marx, “La cuestión judía”, en Karl Marx y Arnold Ruge, Los anales
franco-alemanes, Martínez-Roca, Barcelona, 1973, pp. 232-233.
5 Ibid., p. 247.

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