Presidencialismo cultural: Sergio Raúl Arroyo

AutorJudith Amador Tello

La cultura en México se encuentra en un momento inédito y enfrenta desafíos que abarcan otros campos, como democracia, cuestiones de género, medio ambiente, salud, violencia.

Las instituciones culturales, dice el etnólogo Sergio Raúl Arroyo García, doctor en Antropología y Arte, "nunca vivieron en una edad dorada", pero había continuidad y consistencia en los apoyos. Hoy se ve un "enorme desprecio", expresado no sólo en los recortes presupuestales. Y si bien la democracia "ha sido frágil", lamenta que desde el púlpito presidencial se condenen las voces disidentes.

Para generar un espacio de reflexión donde tengan cabida múltiples voces, cuyos pensamientos van en diferentes sentidos y abarcan distintos temas, más allá de lo que estrictamente se concibe desde las instancias del Estado como cultura, Arroyo concibió, "en el marco de una democracia moderna", el foro Diálogo Ciencia y Cultura, cuyo lema es "La ciencia y la cultura como razón de Estado".

Inicialmente -cuenta vía telefónica a Proceso el también exdirector en dos periodos (1999-2005 y 2012-2013) del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y fundador del Centro Cultural Universitario Tlatelolco (CCUT) de la UNAM- lo integraron el antropólogo Bol-fy Cottom y el poeta David Huerta, y pronto se sumaron el biólogo Antonio Lazcano, el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma y el cineasta Nicolás Echevarría.

"Nuestra visión abarca diferentes temas y en todo caso estará ligada siempre a una reflexión abierta. No se trata de optar nada más por personas que piensen en un solo sentido, sino que tengan capacidades críticas para pensar el país en torno a problemas muy específicos y desde diferentes ópticas. Y creo que se ha logrado, cada vez ha sido mayor la presencia del público en nuestras transmisiones. Nuestro propósito, aun siendo modesto en cuanto al alcance, ha tenido un éxito notable".

Cuando en noviembre de 2020 Cottom dio a conocer el proyecto en estas páginas (https://www.proceso.com.mx/re-portajes/2020/12/4/replantear-la-politica-cultural-de-la-4t-253951.html), expuso la necesidad de los diálogos ante el "inesperado embate" a la cultura, desde el propio medio gubernamental. Se le pregunta a Arroyo si coincide con esa percepción, y tras reiterar que percibe un enorme desprecio, señala:

"Me parecen importantes las reflexiones hechas desde las instituciones de cultura, que nos han permitido tener una visión cada vez más extensa del patrimonio cultural. Son visiones que han transitado varias administraciones, pero nunca se había pensado, por lo menos yo nunca había visto, que la administración pública acotara de una manera ideológica los alcances de la investigación. Me parece una actitud ofensiva, creo que las instituciones académicas han actuado y trabajado de manera muy consistente en la investigación de diferentes fenómenos, experiencias culturales, patrimoniales, en el ámbito de la lingüística, de la historia."

Menciona como ejemplo de ese acotamiento el caso más reciente del uso de la historia en torno a "lo que se llamó la ceremonia de fundación de Tenochtitlán, y lo único que muestra es que no solamente hay una desorientación, sino una especie de propuesta dogmática, en la que se pretende que con la alineación de los astros se fundó Tenochtitlán después de un banderazo que tuvo que haber dado algún tlatoani, y eso también coincide con 1521, 1821 y luego 2021".

Para "efectos esotéricos" eso podría llamar mucho la atención, lamenta, pero fue importante la respuesta de muchos académicos del Templo Mayor de no asistir...

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