El positivismo analítico

AutorEdgar Bodenheimer
Páginas309-339
XIV. EL POSITIVISMO ANALÍTICO
51. ¿Qué es el positivismo?
EL MATEMÁTICO y filósofo francés Auguste Comte, al
que se puede considerar como fundador del positivis-
mo moderno, distinguía tres grandes etapas o “esta-
dos” en la evolución de la humanidad. Hay un primer
estado teológico, en el cual todos los fenómenos son
explicados por referencia a causas sobrenaturales y a
la intervención de seres divinos. El segundo es el es-
tado metafísico, en el cual el pensamiento recurre a
principios e ideas que son concebidos como existen-
tes más allá de la superficie de las cosas y como cons-
titutivos de las fuerzas reales que actúan en la evolu-
ción de la humanidad. Los estados tercero y último es
el positivo, que rechaza todas las construcciones hipo-
téticas en filosofía, historia y ciencia y se limita a la
observación empírica y la conexión de los hechos, si-
guiendo los métodos utilizados en las ciencias natu-
rales.
1
Esta célebre “ley de los tres estados”, aunque criti-
cable como interpretación general de la evolución
humana, es útil para poner de manifiesto el desarro-
llo del pensamiento humano desde comienzos de la
Edad Media hasta mediados del siglo XIX. Por lo que
se refiere al campo de la filosofía jurídica, hemos visto
que la interpretación del Derecho de la Edad Media,
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Comte, Cours de Philosophie positive, trad. inglesa resumida
de Martineau, “The Positive Philosophy” (1875), vol. I, p. 2.
estaba fuertemente determinada por consideraciones
teológicas; ponía el Derecho en conexión íntima con
la revelación divina y la voluntad de Dios.
2
El periodo que va desde el Renacimiento hasta
aproximadamente mediados del siglo XIX puede ser
calificado de periodo metafísico de la filosofía jurídi-
ca. La doctrina clásica del Derecho natural, lo mismo
que las filosofías históricas del Derecho sostenidas por
Savigny, Hegel y Marx se caracterizan por un fuerte
elemento metafísico. Esas teorías trataron de expli-
car la naturaleza y el significado del Derecho por refe-
rencia a ciertos principios últimos, concebidos como
operantes más allá de la superficie empírica de las co-
sas. Ni la “razón eterna” de los filósofos jusnaturalistas,
ni el “espíritu del pueblo” y las “fuerzas que operan
silenciosamente” de Savigny, ni el “espíritu universal”
de Hegel, que hace pasar la antorcha de la evolución de
una nación a otra; ni la “desaparición del Estado” en
la sociedad comunista de Marx, pueden ser juzgados y
medidos en términos del mundo empírico. Todas esas
construcciones son metafísicas porque van más allá
de la apariencia física de las cosas y parten del su-
puesto de fuerzas invisibles y causas últimas que hay
que buscar más allá de los hechos de la realidad.
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2
Véase, supra, Sec. 22.
3
He aquí algunas buenas definiciones de metafísica:
“La metafísica es el estudio sistemático de los problemas fun-
damentales que se refieren a la naturaleza última de la realidad
y del conocimiento humano.” (Encyclopaedia Britannica, 14a.
ed., vol. 15, p. 332.)
“Se denomina metafísica toda investigación que pretende ir
más allá de la esfera de lo empírico y busca las esencias ocultas
tras las apariencias de los fenómenos, o bien las causas finales y
eficientes tras de las cosas.” (Ruggiero, “Positivism”, Encyclopae-
dia of the Social Sciences, vol. 12, p. 260.)
“La concepción metafísica del mundo contempla el todo (la

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