Frente Popular Francisco Villa: La protesta como forma de vida

AutorMarco Antonio Martínez

La historia comienza en 1984. Movidas por la necesidad de vivienda, miles de familias de escasos recursos invaden varios predios en la capital del país. Desempleados, ambulantes y albañiles organizan cooperativas, unidos en la lucha para hacerse de un lugar para vivir.

Ahí nace su confrontación con el gobierno, al que culpan de los desalojos que han enfrentado y cuya política, según ellos, los ha llevado a radicalizar sus posiciones.

Desde 1989 constituyen el Frente Popular Francisco Villa.

Hoy, sus principales bastiones están en Iztapalapa, en los predios que ocupan de manera irregular -producto de invasiones- en Degollado y Cabeza de Juárez, así como los que ya han legalizado en El Molino, Uzic y Tlaltenco. Ceani (vivienda en movimiento) es su territorio en la delegación Tláhuac.

Durante sus primeros años, el FPFV reivindicó su rechazo a la vía electoral. Hasta 1997, cuando expresó su apoyo a la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas al Gobierno del Distrito Federal.

Mismo gobierno que arrestó a Alejandro López Villanueva, uno de sus principales dirigentes, al que acusa como autor material del asesinato material del magistrado Abraham Polo Uscanga, ocurrido en 1995.

Con reservas, los villistas apoyan ahora la campaña presidencial del propio Cárdenas y de Andrés Manuel López Obrador, aspirante del Partido de la Revolución Democrática a la Jefatura del Gobierno capitalino.

Han sido, asimismo, actores destacados en el conflicto que vive desde el año pasado la UNAM. Su ayuda al Consejo General de Huelga, afirman, se limitó al acopio de víveres, difusión del movimiento y solidaridad en marchas.

Sin embargo, no han dejado de reivindicar los métodos de lucha y protesta que les han dado cohesión durante más de una década.

Se definen combativos, carentes de modales, socialistas y con conciencia de clase. Ven al gobierno como su enemigo. Tan importante para ellos es el adoctrinamiento y la formación ideológica que aíslan a quienes, una vez obtenida su vivienda, dejan de asistir a mítines.

Sus requisitos de ingreso son estar casado, tener identificación, acta de nacimiento y comprobar un ingreso. Este puede ser de cualquier tipo. Hay quienes trabajan como albañiles, choferes, costureros, ambulantes, en oficinas gubernamentales o en la venta de chácharas. Como una señora que dice obtener 100 pesos a la semana de la venta de "dulcecitos" en el Metro.

En sus territorios fijan sus propias reglas. Ahí han organizado su sistema de seguridad. La entrada a la policía está prohibida y se reservan el derecho de admisión para otro tipo de visitantes. Cuentan con órganos de decisión que regulan su vida política interna y sus relaciones con lo que llaman "el exterior".

La disciplina y el trabajo comunitario son parte de su decálogo.

Recurren a las marchas y plantones como medidas de presión cuando requieren créditos y servicios, o cuando alguno de los suyos es detenido. En ocasiones han aventado jitomates y realizado pintas en edificios gubernamentales. También se han enfrentado a la policía.

En más de una década de existencia no han sido ajenos a las escisiones. Una de ellas sucedió hace año y medio y dio lugar a la conformación del FPFV Independiente, cuyos integrantes conviven en varios campamentos divididos por cercas de alambre.

Esto es el Frente Popular Francisco Villa. Esta es su historia, un recuento de hechos que han dado lugar a una comunidad que ha hecho de la lucha por la vivienda y la protesta un modus vivendi, una fórmula para la sobrevivencia.

En un principio fue el PRI

En sus primeras invasiones en 1984, las cooperativas que darían lugar al Frente Popular Francisco Villa participaron con priistas, recuerda el dirigente y fundador Adolfo López Villanueva. Sin embargo, aclara, no pertenecían al Revolucionario Institucional.

De acuerdo con su relato, eran personas ligadas al tricolor las que promovían las invasiones. Ellos sólo los acompañaban. El problema surgía en el momento de los desalojos. Ahí, los priistas los abandonaban.

Fue así, continúa, como comenzaron a agruparse distintas cooperativas para defenderse. En algunos casos, incluso, los priistas les vendían terrenos y después, asociados con inmobiliarias y autoridades delegacionales, los desalojaban. Ellos perdían su inversión, tanto por la compra del terreno como por el gasto en construcción.

En 1988, agrupados en torno al Movimiento Urbano Popular, expresaron su rechazo a las elecciones. Adolfo López explica que en ese momento no hubo voluntad por parte del Frente Democrático Nacional para defender el triunfo de Cárdenas en...

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