DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Ni a malo llega

AutorCatón

Al poco tiempo de casada, una joven mujer se embarazó. Meses después su ginecólogo le dio la gratísima noticia de que sería madre de mellizos. Cuando se cumplió la fecha del parto el doctor de la señora se hallaba fuera de la ciudad, y su esposo llamó a otro médico para que asistiera en el alumbramiento a su mujer. Llegado el momento nació el primer niño. El doctor lo tomó por los pies, lo levantó en el aire y le dio la nalgadita de rigor para que empezara a respirar. El niño no lo hizo. Otro golpe más fuerte. Nada. Otro, y otro más. El bebé no respiraba. El médico, alarmado, zarandeó con fuerza a la criatura y le propinó varias nalgadas más. Por fin el recién nacido soltó el grito, lloró, y empezó a respirar normalmente. El galeno puso al crío en brazos de una enfermera y se dispuso a esperar la aparición del otro. Pero el segundo bebé no nacía. "-Señora -le preguntó el médico a la parturienta-, ¿quién le dijo que iba a tener mellizos?". "-Mi ginecólogo, doctor -respondió, inquieta, la señora-. Todas las pruebas indicaron que estaba yo esperando gemelos". "-Pues hubo algún error -dictaminó el facultativo-. Si hubiera usted concebido mellizos ya habría nacido el otro. De modo que perdóneme: tengo otras pacientes qué atender y no puedo esperar más". Y así diciendo abandonó la sala de partos. Mal había cerrado la puerta cuando hizo su aparición el otro niño, que era nada menos y nada más que Pepito. La señora, estupefacta, le preguntó: "-¿Por qué no nacías?". Respondió Pepito: "-Estaba esperando a que se fuera ese güey. Al indejo de mi hermano se le ocurrió salir, y ya ves cómo lo agarró a fregadazos"... El abuelo le dijo a su nieto que un caballero nunca debe estar sentado cuando una dama está de pie. Inquirió el pequeño: "-¿Y entonces por qué en el retrato de bodas tú estás sentado y mi abuelita está de pie?". Explicó el señor: "-Es que esa foto nos la tomaron al día siguiente de nuestra noche de bodas, y esa mañana ni tu abuela podía sentarse ni yo tenía fuerzas para estar de pie"... Creo en la esencial vocación de bien de la criatura humana. Desde ese punto de vista comulgo más con Rousseau, el inventor del salvaje inocente, que con San Pablo, propugnador de la doctrina del...

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