Ya somos policías

AutorLuis Alegre

Mural / México

San Luis Potosí.- Nadie se mueve. Todos quieren salir en la foto. Sus rostros morenos, curtidos de tantas horas al sol, asoman de las casacas verdes de gala que a más de uno le queda grande. El fotógrafo avisa que la placa está lista. Entonces terminan los días de tensión, brotan las risas, se aplauden, lanzan una tímida porra, y si algunos ojos tienen lágrimas, éstas pronto se espantan con un grito parejo que cimbra el patio de honor de la Escuela: ¡Honestidad, disciplina, inteligencia, Pe-fe-pe!.

La ceremonia de graduación concluye. Los fotografiados se dan palmadas en la espalda, se abrazan; el lunes 6 de noviembre es la última vez que los 876 cadetes están juntos; ya terminaron la escuela, siguen las prácticas, la calle, la vida real, como ellos mismos dicen.

Ahí están: son la primera generación de policías federales preventivos.

¡Policía Federal!

J. Arriaga vino porque quería ser Federal de Caminos, como la mayoría. Cuando llegó a la escuela, ya no existía esa Policía: le habían cambiado el nombre a Federal Preventiva. Todos renegaban, incluidos los maestros, oficiales de la desaparecida corporación. Y los mandos venían de todas partes: de la de Caminos, del Ejército, de la Marina. Demasiadas versiones para una Policía con el pasado prestado y el futuro incierto.

Los soldados enseñaron a los cadetes a marchar y montaron la Banda de Guerra; trajeron también los mosquetones para la instrucción. Los ex de Caminos tenían el mando de la Escuela y la mayoría de las clases y un solo marino -el responsable del plan de estudios- imponía su particular visión de la disciplina y el orden cultivando la animadversión de la mayoría. Nadie le perdonó que limitara las franquicias a unas cuantas horas el sábado, regresar a la escuela a dormir y otras horas el domingo, y no de corrido como en un principio.

-¿Cómo vas a despejar la cabeza si de pronto te sientes un poco prisionero?, se pregunta J. Arriaga, uno de los muchos aspirantes que apenas y cumplió con el 1.65 metros de estatura mínima solicitada para ingresar hace un año.

J. Arriaga, como todos sus compañeros, tendrá 15 días de vacaciones. Luego, recibirá su asignación para las prácticas, donde convivirá con los agentes en activo. Los egresados saben que es muy probable que no vayan al camino, a las carreteras. Su destino tiene más posibilidades y no siempre con uniforme.

Es como F. Ibañez, uno de sus compañeros en la Banda de Guerra que prefirió incorporarse al grupo de Inteligencia, tres meses antes de concluir la instrucción.

Ibañez ya sabe que trabajará de civil, recabando información, entrevistando testigos, tomando fotos, pinchando líneas de teléfono, siguiendo los pasos de algún sospechoso. El descubrió la otra Policía, esa que se quiere parecer más al FBI que al agente de patrulla, placa y pistola al cinto.

Para J. Arriaga el uniforme vale más. Desde que llegó se soñó con él y con él vestirá a partir de este mes. Y le gusta ensayar: ¡Alto, policía federal!.

Policía es disciplina

En este día de...

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