Poética de la emoción

AutorVera Milarka

Como un oasis de transgresión escénica -en el desierto de la institucionalidad teatral-, Homenaje a los malditos con el grupo La Zaranda (Teatro Inestable de Andalucía La Baja) se presenta hasta este domingo en el Teatro Raúl Flores Canelo del Centro Nacional de las Artes.

Paco se matrimonió con su grupo hace 25 años, dejó el apellido Sánchez para cambiarlo por el de Zaranda y desde entonces dirige un teatro de la memoria, teatro ritual y al mismo tiempo de vanguardia; teatro sagrado que exalta a una estirpe de artistas expresionistas a quienes les debe cuando menos el impulso milagroso de sus montajes.

Artaud, Brecht, Piscator, así como marcadamente Kantor y Boal por citar puntos de contacto equidistantes, sitúan su trabajo en una corriente de pensamiento teatral que ha contribuido a su lenguaje personal: un temperamento andaluz para su teatro "jondo".

Coincidiendo con las funciones se publica el libro La Zaranda, escrito por Wilson Escobar Ramírez y editado por Escenología, empresa dirigida por Edgar Ceballos, a quien le debemos también la quinta visita del grupo a México.

Homenaje a los malditos, estrenada en 2004 en París, es la consolidación más audaz de una propuesta escénica que le ha apostado a la memoria. Se trata de una comedia negra que exhibe las "vidas que fracasaron en su ideal y sin embargo empujaron a otros hacia el mañana", según su propio manifiesto, no tanto argumental sino de sucesos en la escena, ya que así hemos de entender en parte este montaje.

El tinglado de este teatro inestable (como todo verdadero teatro) es una original mezcla de tablao andaluz y cabaret expresionista, donde semejante a La clase muerta (1976) de Tadeusz Kantor, la existencia de la memoria se manifiesta a través de personajes y muñecos (aquí cadáveres momificados). Ambos son guiñoles grotescos y ambos también están vivos y muertos.

Es quizá esta referencia a Kantor (parte de los malditos homenajeados) un componente clave para decodificar esta puesta como un sistema de signos que interroga a otros signos.

La génesis estética a la que hace referencia Paco muestra dos clases de patetismo: la desgracia de quienes han olvidado todo estatuto de aquellos malditos que abrieron camino como se abre una cloaca donde ellos mismos cayeron muertos pero no rendidos, y el sombrío delirio social por construir homenajes tan fracasados o más que los homenajeados. Al final todo...

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