Plaza Pública/ A volar

AutorMiguel Angel Granados Chapa

El ex presidente Salinas vino, denunció y se fue. Ayer mismo emprendió el viaje: huyó, dirán algunos. En el aeropuerto de Toluca se fue a volar, hasta el de Barajas en Madrid. Dejó lanzado aquí el desafío de octubre sobre el error de diciembre. Cuando ya no puede sufrir represalias porque el gobierno de su heredero está por concluir, ha roto con él. Deberá haber consecuencias penales, en uno u otro sentido, a partir de su más contundente revelación: que miembros de la administración de Zedillo, con pocos días en el cargo, entregaron información confidencial a empresarios, advirtiéndolos de una inminente devaluación, aviso que les permitió hacer masivas compras de dólares que dejaron prácticamente sin reservas a México hace 58 meses. Si es verdad lo que Salinas afirma, el presidente Zedillo tendrá que ser responsabilizado de esa infidencia, que es mucho más que una indiscreción o un desliz táctico. Si Salinas ha mentido, los denunciados deben llevarlo a los tribunales por difamar, por destruir su buen nombre.

Esperaremos a leer la defensa que de sí mismo ha escrito Salinas en México, un paso difícil a la modernidad, el libro del que es autor y cuya aparición vino a publicitar. En la entrevista que con él sostuvo Roberto Zamarripa de REFORMA, y en los adelantos del libro aparecidos en El Universal, entre otros aspectos queda claro que, como varios de sus predecesores, se arrepintió de la selección de su candidato presidencial, el de relevo en su caso. Díaz Ordaz contaba, entre broma y veras, que todas las mañanas al rasurarse y enfrentarse con su propia imagen ante el espejo, se abofeteaba e insultaba, culpándose de la actuación de Echeverría. Salinas por su parte dice no haber apreciado suficientemente el peso del resentimiento en la biografía de Zedillo (nacido de su origen social, según supone), ni calculó que conforme a las observaciones del doctor Gregorio Marañón en la biografía de Tiberio, tal enfermedad del alma se acentúa con el poder en vez de atenuarse con su ejercicio.

El difícil paso a la modernidad mexicana de que se ocupa el ex Presidente tuvo varias y notorias expresiones en los 18 años en que él mismo ha tenido presencia relevante en las decisiones públicas. En más de un sentido puede decirse que Salinas ejerció el Poder Ejecutivo seis años antes y seis años después de desempeñarlo de modo formal, con la investidura protocolar. En los tiempos de Miguel de la Madrid fue un poderosísimo secretario de Programación y Presupuesto, cerebro económico de aquella administración. Se bromeaba entonces -y él se divertía al oírlo- diciendo que no podría ser el sucesor de De la Madrid, porque está prohibida la reelección presidencial. O que no le convenía dar el paso del gabinete a la cúspide, porque perdería poder. Y luego de...

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