Plaza Pública / Errática seguridad pública

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

El próximo martes cumplirá 39 años el secretario de Seguridad Pública federal Genaro García Luna, que no obstante haber vivido la mitad de esa breve existencia en ambientes policiacos conduce erráticamente la oficina que junto con el Ejército federal forma el eje de la principal operación mediática, política y administrativa del gobierno de siete meses de edad.

Apenas salido de la carrera de ingeniería mecánica en la Universidad Autónoma Metropolitana -cuyo plan de estudios no incluye, que se sepa, siquiera nociones de actuación policial- García Luna ingresó a los 21 años al Centro de Investigación y Seguridad Nacional. Esa dependencia de la Secretaría de Gobernación, encabezada entonces por Fernando Gutiérrez Barrios, estrenaba nombre y director, un economista cercano a Salinas, Fernando del Villar. Cuatro años antes la suma de sus escándalos y el exceso de sus abusos habían conducido a la supresión de la Dirección Federal de Seguridad, que sería reemplazada por el nuevo centro.

A base de diplomados y cursos breves, que sirven para engrosar el currículum pero no necesariamente para aumentar o consolidar los conocimientos, García Luna ascendió en la jerarquía del Cisen y en 1999, al ser creada la Policía Federal Preventiva, fue designado coordinador general de Inteligencia para la Prevención, bajo el mando del vicealmirante Wilfrido Robledo. Ambos fueron formalmente acusados por delitos surgidos de irregularidades administrativas, lo cual no obstó para que García Luna -que sería exonerado de esos señalamientos formulados por la secretaría que ahora encabeza y la de la Contraloría- fuera llamado por el general procurador general Rafael Macedo de la Concha a ser director general de Planeación y Operación de la Policía Judicial federal. Al año siguiente, noviembre de 2001, se convirtió en director general de la Agencia Federal de Investigación, que sustituyó a la antigua corporación llamada por el público en general perjudicial, en vista de sus defectos.

La gestión de García Luna no eliminó esos defectos, que todo lo más fueron ocultados, o tal se pretendió, en profusas campañas publicitarias que equiparaban a la nueva oficina con las corporaciones extranjeras más citadas, como la FBI y Scotland Yard. Seguramente para mantener la ficción de ese cambio, en diciembre de 2005 personal bajo las órdenes de García Luna, con conocimiento y anuencia suyos, montó el rescate de una persona secuestrada sólo para efectos de su difusión televisiva...

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