PLAZA PÚBLICA / Ebrard; equívocos y pretextos

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

Marcelo Ebrard cesó a Martí Batres por expresiones que nunca fueron dichas por el ya ex secretario de Desarrollo Social del gobierno de la Ciudad de México. El líder de Izquierda Social, una de las corrientes del PRD, ni siquiera mencionó el nombre de su hasta entonces jefe, y menos aun acompañado de descalificaciones insultantes. El propio Ebrard, o quien le comunicó lo dicho por Batres el viernes pasado, no podrían aducir una prueba, simplemente porque no la hay. Es imposible probar lo que no ocurrió.

Si obró de buena fe, quien dio cuenta a Ebrard del dicho atribuido a Batres, tal vez confundió la declaración de este, expresada en términos generales, con la opinión más específica manifestada por Dolores Padierna, secretaria general del partido al que todos ellos pertenecen. Ella sí fue explícita en deplorar lo ocurrido, y el daño que a sí mismo se había inferido el jefe de Gobierno, desde su perspectiva de dirigente de otra corriente perredista y número dos del partido.

Sí es verdad que el joven ex funcionario expresó su desacuerdo con el saludo de Ebrard, pues lo consideró una incongruencia. Lo fue en efecto, pues hasta hace unas semanas el jefe de Gobierno había rehusado estrechar la mano del presidente Calderón, pues el partido a cuya postulación presidencial aspira lo ha declarado ilegítimo. Lo hizo el máximo órgano de gobierno del PRD en 2006, y no ha habido modificación a esa postura. Hace unas semanas Ebrard estuvo presente en una sesión del Consejo Nacional de Seguridad Pública, encabezada por Calderón. Pero cuando llegó la despedida y el Presidente estrechaba una a una la mano de los gobernadores, el del Distrito Federal se apresuró a salir y no dio ocasión a que Calderón "se tomara la foto" con él.

Ahora hizo deliberadamente lo contrario. Por supuesto que el hecho en sí mismo carece de importancia. Pero constituye un símbolo, que acerca a Ebrard a Calderón y lo aleja de una porción relevante del PRD que mantiene la posición radical del congreso de ese partido. El presidente de esa organización, Jesús Zambrano, y el propio Ebrard justifican la presencia y el saludo a Calderón en una razón que es por lo menos insuficiente, o distinta del móvil que condujo al gobernante de la Ciudad de México a proceder como lo hizo.

La reunión de marras no fue un acto institucional. No se rindió allí el Quinto Informe de Gobierno del presidente de la República. Éste había sido presentado la víspera, conforme a la norma constitucional, por escrito...

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