Plaza Pública / Deferencias a Salinas

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

Es una deficiencia terrible de la justicia el que Raúl Salinas de Gortari, exonerado el jueves 9 del crimen de José Francisco Ruiz Massieu, haya pasado más de 10 años en la cárcel siendo inocente, tal como lo determinaron tres magistrados. Dentro de esa desgracia, sin embargo, el hermano incómodo del presidente Salinas no se puede quejar. Recibió a lo largo de más de una década varias muestras de deferencia judicial y ministerial.

Las primeras ocurrieron antes de su detención. Dos veces habló con Mario Ruiz Massieu, el subprocurador de la República responsabilizado de investigar el crimen de su hermano, y de ello no se siguió consecuencia alguna, a pesar de que las conversaciones derivaron de que el nombre de Raúl Salinas había brotado en las pesquisas iniciales. Por ejemplo, una y otra vez el médico pachuqueño Manuel Espinosa Milo narró que el 29 de septiembre de 1994 había acompañado al diputado Manuel Muñoz Rocha hasta las cercanías del domicilio de Raúl Salinas, a quien el legislador del que nunca se supo más desde entonces, le dijo que visitaría enseguida. Ninguna de esas veces las versiones del Ministerio Público recogieron las explícitas referencias al apellido presidencial. En noviembre Ruiz Massieu recibió una fuerte gratificación del presidente Salinas no obstante que su renuncia poco antes de concluir el sexenio fue presentada como una ruptura con el gobierno. Después, al pretender huir a Estados Unidos fue detenido por no declarar una suma de dinero que le fue requisada, y quedó expuesto a acusaciones penales por el gobierno mexicano, en relación con las investigaciones de que notificaba diariamente al presidente Salinas. Como se recuerda, se privó de la vida el 15 de septiembre de 1999.

En enero de ese mismo año Raúl Salinas había sido sentenciado a 50 años de prisión, que cumpliría en La Palma, el penal de alta seguridad a donde se le condujo desde su detención en febrero de 1995. Pero en abril de 1999 se le transfirió al penal de Santiaguito, de donde salió en la primera hora de ayer martes. Es la cárcel estatal mexiquense, un reclusorio muy benigno comparado con la dureza del centro de readaptación federal. Aunque nada alivia la crueldad del cautiverio, es claro que el traslado de Salinas de Gortari significó un privilegio, y ni siquiera el ejercicio de un derecho que les fue negado sistemáticamente a los hermanos Cerezo, acusados tan insustancialmente que uno de ellos quedó ya en libertad mientras que los dos restantes...

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