PLAZA PÚBLICA / Carlos Abascal

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

Porque sus designios son inescrutables, Dios no atendió los ruegos que por la salud de Carlos Abascal Carranza se elevaron en la Eucaristía celebrada con ese propósito apenas el sábado pasado, y en cambio decidió acogerlo ayer por la mañana. Con la muerte del ex Secretario de Gobernación concluye un capítulo de la historia del conservadurismo mexicano, no la historia misma de la extrema derecha, que ha levantado cabeza y aparece boyante en no pocos territorios de la vida pública, de la que estuvo al margen por décadas.

Quizá porque tardó en ingresar a la política pública, Abascal no pudo consolidar un liderazgo para el que parecía vocado, por herencia y convicción, pero en su hora postrera confirmó su vocación integrista, la actitud que resume en una sola conducta la religión y la política. El miércoles pasado, al recibir el doctorado honoris causa que le confirió la Universidad Anáhuac, de los Legionarios de Cristo, reiteró su compromiso con el servicio público y con Dios, una convicción que practicó durante su breve tránsito por el Gobierno, como Secretario del Trabajo y de Gobernación en el sexenio pasado.

El ahora extinto político se formó al lado de su padre, Salvador Abascal Infante, uno de los fundadores de la Unión Nacional Sinarquista, un austero propagandista cristiano, mitad monje, mitad soldado, que después de trabajar para la editorial Jus (propiedad del fundador del PAN, Manuel Gómez Morín) estableció su propia editorial, cuyo nombre resumía la índole de su credo católico, Tradición. En ambas empresas trabajó de muchacho Carlos Abascal, antes de ingresar en la Afianzadora Insurgentes, donde sirvió la mayor parte de su vida.

Se graduó en la Escuela Libre Derecho, y escribió su tesis profesional en la línea del tradicionalismo antiliberal, que desde el siglo 19 veía en la democracia un engendro de la masonería. "La democracia es el camino que han escogido las fuerzas internacionales de la subversión", dijo entonces. Afirmó también que "por la impotencia de la mayoría para distinguir con acierto entre lo que favorece y lo que daña al bien común, las bases fundamentales de una sociedad no deben ser fijadas mediante el voto universal, porque los votos no deben contarse, sino pesarse".

Como director general de la mencionada empresa afianzadora, la representó ante la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), de cuyo consejo directivo fue presidente de 1995 a 1997. Allí lanzó su iniciativa de Nueva Cultura Laboral...

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