Piedra de Toque/ ¿El principio de la impunidad?

AutorMario Vargas Llosa

La sentencia del Tribunal Constitucional no se pronuncia sobre la acusación de peculado que pesa sobre aquél, sólo sobre las formas del proceso, que, dice, violaron los derechos constitucionales del acusado, quien no debió ir a la cárcel mientras transcurría el proceso que determinará su inocencia o culpabilidad.

Para comprender las razones que han motivado la viva polémica desatada por el fallo del Tribunal Constitucional del Perú, es preciso conocer algunos detalles del asunto. Luis Bedoya de Vivanco es hijo de Luis Bedoya Reyes, un abogado y político peruano de gran prestigio profesional y de impecables credenciales democráticas, que, en su larga trayectoria cívica, sin mancha, se ha ganado el respeto de amigos y adversarios. (Estuvimos juntos en el Frente Democrático en 1990 y en mi libro de memorias El pez en el agua he dicho todo lo bien que pienso de él). Que el hijo del fundador y líder del Partido Popular Cristiano apareciese en un video recibiendo dinero del genocida, torturador, ladrón y golpista número uno de la dictadura fujimorista causó una tremenda impresión en el Perú, pues mostró que la corrupción administrada por Vladimiro Montesinos había contaminado, incluso, a partidos que hacían oposición al régimen (Luis Bedoya de Vivanco era dirigente del Partido Popular Cristiano y su candidato a la Alcaldía de Miraflores cuando el infamante video), y al mismo entorno de figuras cívicas de irreprochable conducta democrática.

De otro lado, el Tribunal Constitucional es una institución que, hasta ahora al menos, gozaba de prestigio, pues tres de los magistrados que han aceptado el habeas corpus tuvieron una actitud muy digna cuando la dictadura fujimontesinista y fueron por ello destituidos y escarnecidos por la prensa vasalla del régimen. Esos periódicos, radios y canales de televisión que la mafia todavía controla -desde la sombra e, incluso, desde la cárcel- han celebrado ahora, ni qué decir tiene, la excarcelación del ex Alcalde, como un gran triunfo de la justicia y la moral, y les faltan adjetivos para elogiar la entereza de esos magistrados que se han atrevido a enmendar, por primera vez, los atropellos que, en su sed de venganza cainita, comete el régimen democrático contra los antiguos servidores, cómplices y socios de Montesinos.

La insolencia con que el fujimontesinismo celebró el fallo del Tribunal Constitucional ha sido desmedida. En tanto que sus abogados demostraban que el excarcelado Bedoya de Vivanco podía reclamar y...

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