Perfiles e Historias / El lugar de los días felices

AutorDaniel de la Fuente

Entre las anécdotas que Julio Villarreal Velarde guarda de su trabajo al frente del Residence se encuentra la vez que le dio Gerber al que sería Presidente de México, Miguel de la Madrid Hurtado.

El colimeño andaba en campaña y contrataron al restaurante propiedad de Julio para que sirviera la cena. Ya tenían todo preparado cuando media hora antes le avisaron que el candidato sólo comería steak de jamón y puré de manzana.

"Fue hace casi 40 años, en noche de domingo, ¿dónde iba a encontrar manzanas?", ríe. "Tenía a los niños chiquitos y me acordé que había Gerber de manzana en casa, mandé por él, lo calentamos y se lo zampó encantado de la vida".

Otro político que solía disfrutar de la comida del Residence era Alfonso Martínez Domínguez, quien lo inauguró el 5 de diciembre de 1979.

Sin embargo, no fueron estas figuras las que caracterizaron a la clientela de este lugar sino las propias familias regias: las de José Calderón, Lorenzo Zambrano, Eugenio Garza Lagüera, quien vivía a una cuadra y se venía a pie.

"Entre los clientes estuvo también por muchos años la familia Elosúa, que nos vendió la casa y, ya como restaurante, la seguían viendo como propia. Bernardo, Antonio, todos los hermanos venían, hacían eventos familiares y decían: 'ésta era mi recámara', 'acá estuvo la sala'".

Al paso de los años, la vocación de restaurante se redujo en el Residence -sólo sirven comidas por unas horas- para darle espacio a eventos como cumpleaños, bodas, bautizos, despedidas, fechas felices para tantas familias, lo que le ha ganado un lugar en el corazón de la Ciudad.

En uno de sus salones alfombrados, muebles de estilo fino y donde abundan los espejos y las flores, Isaura Guzmán ofreció su baby shower en el 2018. Lo eligió por el prestigio del lugar y por su ubicación céntrica, en el cruce de Degollado con Matamoros, en la Colonia Obispado.

"El edificio siempre me ha fascinado", dice sobre este sitio de aire romántico. "Me encantaría que rescataran y preservaran otros inmuebles y le dieran nueva vida al Centro de Monterrey".

Fuera del Luisiana y el restaurante del Hotel Ambassador, en el Monterrey de fines de los años 70 no había lugares de lujo.

"Todo era pura carne asada", afirma Julio, de tono franco, espeso bigote y voz grave. Hoy de 68 años, él es el menor de los cinco hijos de un hombre llamado igual que él, contralor de la American Smelting and Refining Company, Asarco, y de Ana María Velarde, cuyo hermano, Rodrigo, fundó El Tío.

Julio vivió en el Deportivo Obispado y cursó hasta prepa en el Regio Chepevera: "No he...

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