Un pequeño tropezón

AutorErnesto Diezmartínez

Como ha sido una buena costumbre en los últimos años, el Foro Internacional de la Cineteca inicia con la exhibición de un clásico irrebatible. En esta ocasión se trata de El Chico (The Kid, EU, 1921), opus número 68 de Charles Chaplin.

El Chico representa, en el canon chaplinesco, uno de sus momentos históricos. No sólo se trata del primer filme de seis rollos dirigido por Chaplin y, por ende, su primer largometraje propiamente dicho -sus películas más extensas hasta ese momento habían sido Vida de Perro (1918), Armas al Hombro (1918) y Un Día de Placer (1919), todas ellas de tres rollos- sino que, también, fue la primera vez en la que, de una manera más que clara, el irreverente vagabundo Charlot muestra un rostro sentimental. El Chico fue, para bien -o para mal, según los detractores chaplinescos-, un cambio de piel en la personalidad de Charlot, algo que se vería de forma mucho más completa en La Quimera del Oro (1925) y, sobre todo, en Luces de la Ciudad (1931), cuando el vagabundo ya está convertido en un héroe casi crístico.

El Chico fue realizada para la First National, dentro de un contrato que Chaplin había firmado en 1918 por un millón de dólares con el compromiso de dirigir, escribir y protagonizar una docena de cintas de dos rollos a lo largo de un año de trabajo. Chaplin cumplió, aunque le tomó cinco años hacerlo: al final de cuentas, dirigió ocho películas no doce, aunque solamente tres fueron de dos rollos, pues las cinco restantes, entre ellas El Chico, fueron más extensas.

En cuanto a la cinta en sí, se trata -como lo advierte el anuncio inicial- de "un filme con una sonrisa y, tal vez, una lágrima". En realidad, el primer largometraje chaplinesco nos ofrece muchas sonrisas -y algunas...

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