Paz Fernández Cueto/ 'Talk shows'

AutorPaz Fernández Cueto

La vida privada convertida en espectáculo parece ser el nuevo gancho televisivo en busca del mejor rating. El hecho es que en menos de un año, han proliferado en las dos televisoras más fuertes del país, Televisa y TV Azteca, una serie de programas conocidos como talk shows, cuyo atractivo se centra en violar la intimidad de gente que se presta a ello, habiendo renunciado de antemano a todos sus derechos. Escarbar en la intimidad ajena con permiso de las víctimas es sin duda un negocio redituable: requiere de una inversión mínima en el montaje y del criterio alivianado de un productor sin escrúpulos, que se maneja al margen de principios ético sociales.

Se trata de un fenómeno paradójico este que estamos viviendo. Por una parte existe una tendencia marcada a proteger la intimidad en todas sus formas, de tal manera que es motivo de escándalos el espionaje en líneas telefónicas; los consumidores se quejan del uso de cookies en internet, que permiten rastrear la identidad del usuario; la gente se preocupa por proteger los datos genéticos o la información confidencial que pudiera llegar al conocimiento de la empresa o compañías de seguros; vivimos obsesionados contra el fisgoneo informático y la posibilidad de que el jefe, la mamá, el novio o el hermano se metan a leer nuestro correo electrónico; defendemos a capa y espada el ámbito de lo privado como un derecho humano inalienable y, sin embargo, permitimos que se lucre con la intimidad de otros que no tienen posibilidad de defenderse, por carecer de un acervo cultural adecuado y de una educación mínima que les haga valorar su intimidad.

Estos programas refuerzan la tendencia a comerciar con la vida privada y lucrar con la miseria humana en su más baja expresión, a más de ser destructivos en relación al orden social y de adolecer en absoluto de valor artístico, cultural o educativo. Basta con echar una ojeada a la programación -colocada por cierto en horarios preferenciales entre tres y cinco de la tarde- para calibrar la clase de basura con la que llenan tiempo al aire, al tiempo en que miles y millones de niños y adolescentes comparten en sus hogares la comida familiar. Los títulos de las temáticas a ventilar hablan por sí solos: "quiero confrontar al amante de mi mujer", "esposas que adoran a la amante de su marido", "mujeres casadas que se venden por placer", "mi cuñado se enamoró de mi hija", "descubrí que mi novia es la amante de mi padre", "¿por esa vieja fea me dejaste?", "orgías"...

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