Paz Fernández Cueto / ¿Familia o familias?

AutorPaz Fernández Cueto

La familia fue el centro de atención del Congreso Internacional organizado por el DIF, el 6 y 7 de noviembre pasados, con el título "La Familia hoy, derechos y deberes". Presidido por su directora nacional, Ana Teresa Aranda, convocó a conferencistas de distintos países para debatir sobre esta unidad social elemental, fundamento y base de todas las relaciones humanas, con el objeto de promover la protección legal de sus derechos y deberes, ante la urgencia de construir un país más fuerte en su estructura.

Hay quienes pretenden sustituir el término de "familia" por "familias", apelando a las nuevas y variadas formas de convivencia familiar que existen en la actualidad.

Siguiendo esta línea y para desconcierto del público que la escuchaba, la intervención de la señora Marta Sahagún en el discurso inaugural del Congreso Internacional de la Familia, lanzó en forma directa un fuerte cuestionamiento respecto al concepto de familia tradicional. Esto, en virtud de las múltiples formas actuales de modelos familiares, argumentando que se trata de realidades cambiantes, de situaciones difíciles sometidas a fenómenos complejos, que han dado por resultado que, al interior de las familias, las reglas también hayan cambiado y que debemos adaptarnos a los nuevos niveles de relación y a los esquemas inéditos de poder que se presentan en las familias en la actualidad.

Debo reconocer que hablar de una "familia tipo" es insuficiente, y que el análisis crítico de la realidad familiar contemporánea resulta indispensable si es que queremos impulsar estrategias políticas enfocadas a proteger a cada familia en particular. A ninguna debe faltarle el apoyo solidario y subsidiario, ni la ayuda necesaria del gobierno, instituciones, grupos e individuos, que garantice el desarrollo integral de los miembros que la componen.

Para esto, habría que empezar por definir a qué nos referimos cuando hablamos de "familia", si es que no queremos perdernos en un mar de confusiones semánticas que acaben por distorsionar la realidad, desprotegiendo al mismo tiempo a las familias más necesitadas, a aquellas que sufren disfuncionalidad, irregularidades o injusticias.

Reconocer el "deber ser de la familia" es reconocer también que no hay familias perfectas, de la misma manera que no hay hombres y mujeres perfectos, aunque todos anhelamos de una u otra forma alcanzar un cierto grado de perfección. En todas las familias se sufre por alguna disfunción y en todas absolutamente, existe la...

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