Opinión Invitada / Armando Estrada Zubía: ¿Qué está en juego?

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Cuando hablamos de educación pensamos en escuelas, libros, maestros, estudiantes. Muchos no asociarían la palabra educación -y menos el concepto de reforma educativa- con derechos humanos, seguridad, medio ambiente, democracia, ciudadanía, productividad, etc.

Si nuestra comprensión colectiva sobre la educación es que la escuela sirve para enseñar a leer, escribir, hacer operaciones matemáticas y conocer una que otra cosa de historia; si creemos que la educación es tarea exclusiva de la escuela; si seguimos creyendo que "con estos maestros" nunca llegaremos a salir adelante como país; si pensamos que es muy caro proveer de materiales, infraestructura digna y suficiente a las escuelas; si creemos que la reforma -cualquiera que ésta sea- es lo necesario para tener una educación de calidad, entonces no hemos entendido en su totalidad la importancia de la educación para la construcción de un país.

La educación es el crisol con el que formamos o deformamos lo que queremos ser. Para quien todavía lo dude, con una buena o mala educación lo que está en juego es la diferencia entre tener personas con un alto nivel de conciencia que eligen lo mejor para su comunidad, o tener una personas manipuladas, ambivalentes e ignorantes.

Es la diferencia entre tener personas que dominan sus capacidades y actitudes y tener personas necias e inmaduras que viven a expensas de otros.

Lo que está en juego es contar con personas honestas y trabajadoras, o tener grupos organizados para delinquir y sembrar el terror a costa de lo que sea.

Lo que está en juego es que las personas puedan relacionarse, convivir, formar familias y trascender o que sientan derecho para violentar, ultrajar, transgredir, lastimar y aborrecer.

Es la diferencia entre quien se esfuerza en encontrar y aprovechar oportunidades y quien arrebata, corrompe, destruye y aniquila para conseguir sus objetivos.

Es la diferencia entre la esperanza y la desesperación; entre el progreso y la pobreza, entre la justicia y la desigualdad. ¿Es tan difícil ver la diferencia?

Lo que nuestros estudiantes -porque son nuestros- aprenden y dejan de aprender cada día, tiene altísima...

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