La ONU, entre el escepticismo y el reconocimiento

AutorOlga Pellicer

La lista de los logros alcanzados es muy larga y, sin embargo, al llegar a este aniversario las miradas escépticas dominan en la opinión pública, lo mismo que entre los analistas y los formadores de opinión. ¿La ONU es todavía relevante?, se preguntan diversos observadores. Para algunos, es una reliquia incapaz de resolver las inercias burocráticas que la ahogan, de flexibilizar formas tradicionales de operación que la paralizan, de adaptarse a nuevas fuerzas que pesan sobre la economía y la política internacionales. Para otros, el éxito de sus actividades requeriría de una agenda más acotada, mayor realismo en las responsabilidades que se le atribuyen y un verdadero compromiso de los Estados miembros con sus actividades.

La debilidad de ese compromiso se advierte en la escasez de recursos financieros que se le otorgan. Hay una distancia notable entre lo que se espera de la ONU en el imaginario de la opinión pública y los recursos financieros tan escasos que tiene para cumplir sus funciones. En la mayoría de los países, para los encargados de las finanzas públicas la pregunta no es cómo incrementar las aportaciones a la ONU sino cómo reducirlas.

Algunos reclamos a las Naciones Unidas son justificados. Sobresale la dificultad, o imposibilidad, de consumar la reforma del Consejo de Seguridad que permita reflejar en su composición y toma de decisiones las realidades políticas del mundo del siglo XXI. Es difícil aceptar que sigan ocupando el lugar privilegiado de miembros permanentes, con derecho a veto, los triunfadores de la Segunda Guerra Mundial (China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Unión Soviética). Esa circunstancia no es justificada ni por sus aportaciones a los trabajos de la organización ni por su compromiso con la seguridad y la paz internacionales. Sin embargo, son esos mismos miembros permanentes los que hacen imposible la reforma del Consejo, y el cambio en la organización depende de su voluntad.

Otros reclamos son igualmente válidos: la parálisis que por 20 años ha dominado a algunas instancias como la Conferencia de Desarme en Ginebra; el incumplimiento de decisiones obligatorias del Consejo de Seguridad, como las relativas al problema entre Israel y Palestina; el desconocimiento por parte de los países nucleares de su compromiso -establecido en el Tratado de No Proliferación- de negociar el desarme nuclear; la inacción ante los conflictos que han surgido en los últimos años, entre los que sobresalen los problemas de...

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