El olfato de las plantas

AutorAdolfo Córdova

El escarabajo sube por el tallo de la planta de frijol lima dispuesto a darse un banquete de hojas.

La planta permanece silenciosa, cualquiera diría indefensa, pero con la primera mordida que recibe activa un llamado de auxilio y una alerta que se mueve ligeramente y flota por el aire.

Se trata de una serie de aromas dulces que dan la señal de emergencia a sus vecinas: "prepárense, plaga de escarabajos al acecho". Y al día siguiente (todo es relativamente lento en el mundo vegetal) éstas comienzan a secretar un néctar que atrae a sus aliadas en el combate, las hormigas.

La planta que está siendo atacada, además de advertir a las otras, también produce el néctar para pedir ayuda, pero lo hace más rápido, le toma sólo dos horas.

Seducidas por el alimento, las hormigas marchan veloces sobre las plantas y resguardan el nutritivo néctar. Cualquier nuevo intruso, como escarabajos u orugas, sentirá la furia de sus mandíbulas.

Las plantas de frijol lima se han librado de la plaga, usando sus propias defensas, sin insecticidas.

Nadie sabe dónde está la nariz de las plantas, pero nadie duda que la tengan. Los mecanismos olfativos les permiten comunicarse entre sí y repeler o atraer insectos según les convenga.

Recientes análisis en el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) Unidad Irapuato han detallado estos comportamientos y aportado información nueva para conocer mejor estos estados de protección.

Saraí Girón, científica adscrita al Cinvestav, con la supervisión del especialista en ecología de plantas, Martin Heil, descubrió cuánto tiempo y qué tanta concentración de volátiles son necesarios para que la planta emita su alarma olorosa.

"Necesitan un tiempo mínimo de exposición, si es muy corto no responden. En la planta atacada bastan dos horas para que empiece a secretar el néctar que atrae a las hormigas, pero las plantas vecinas de la misma especie tardan hasta 24 horas en registrar el aroma y empezar a secretar el néctar floral.

"Ahora sabemos que hay un umbral de concentración que las plantas necesitan para oler, y alcanzar dicho umbral está en función de la concentración del compuesto volátil en la atmósfera y del tiempo en que las plantas están expuestas a él.

"Mi aportación fue mostrar que se requiere una concentración mínima de estos volátiles para inducir una respuesta en las plantas receptoras", afirmó Girón.

Heil precisó que a diferencia de los seres humanos, que percibimos inmediatamente un olor, descubrieron que a las plantas les toma mucho más tiempo, o dicho de otra manera, así como las personas después de un rato expuestas a un aroma...

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