La observación (internacional y nacional) de las elecciones

AutorHoracio Boneo - Manuel Carrillo - Ricardo Valverde
Cargo del AutorIngeniero. Maestro y doctor en economía y administración pública. - Licenciado en ciencias políticas por la UNAM - Abogado, especialista en derecho internacional y derechos humanos (Universidad de Costa Rica y Universidad de Chile).
Páginas1072-1109
XLI. LA OBSERVACIÓN (INTERNACIONAL
Y NACIONAL) DE LAS ELECCIONES
HORACIO BONEO, MANUEL CARRILLO,
RICARDO VALVERDE*
1. INTRODUCCIÓN
La observación de elecciones se ha convertido en parte cosustancial de los
procesos electorales democráticos. Sin embargo, esto no ha tenido el mis-
mo perfil y significado desde que el mundo experimentó la llamada tercera
“ola democratizadora” a partir de la década de 1970. La importancia y rele-
vancia de la observación electoral ha estado ligada a los propósitos, los obje-
tivos y los requerimientos que le han dado ya sea los partidos políticos, los
medios de comunicación, las organizaciones de la sociedad civil, los gobier-
nos, los organismos electorales, la comunidad internacional y la opinión pú-
blica nacional y extranjera.
Probablemente para América Latina la década de 1990 al año 2000 ha-
ya sido la de mayor auge para la observación de elecciones. En 1977 única-
mente tres países eran reconocidos como plenamente democráticos: Costa
Rica, Colombia y Venezuela; la mayoría de los países de la región vivía bajo
regímenes autoritarios. Para el año 2004, es decir, 27 años después, prácti-
camente todos los países, excepto Cuba, han hecho suya la democracia elec-
toral para regular el acceso a los principales cargos públicos.
Para finales de la década de 1980, y en los diez años subsecuentes, la
celebración de elecciones de carácter fundacional o de reinicio de la demo-
cracia fueron la nota distintiva. Los temas relacionados con elecciones libres,
transparentes y confiables constituían los ejes fundamentales de la organiza-
ción electoral. Este tipo de elecciones requería de acompañamiento social
para legitimar la imparcialidad de estos procesos. Para ello desempeñaron
un papel fundamental las misiones de observación tanto en su vertiente
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* El presente texto fue terminado en julio de 2004. Los autores agradecen la colaboración
de Lucía Coto, asistente de Capel, por la preparación de algunos de los cuadros incluidos en
este capítulo.
nacional como en la internacional. La observación electoral desde la perspec-
tiva de la sociedad se instauró para acompañar la organización de elecciones
y contribuir de esa forma a las transiciones democráticas (Espinal, 2000) en
forma pacífica, a través de procesos electorales. Esas misiones tenían varios
propósitos: inhibir el fraude electoral, disuadir a actores políticos deseosos
de alterar la voluntad popular y legitimar la organización de elecciones de-
mocráticas, principalmente.
En los albores del siglo XXI, América Latina ha avanzado significativa-
mente en los mecanismos democráticos para acceder a los poderes públi-
cos. En esta nueva etapa la observación está cambiando de perfil, naturale-
za y objeto. A medida que las prácticas electorales se van asentando con la
celebración periódica de elecciones, los propósitos fundacionales de la ob-
servación han dejado de tener la atención de otros tiempos. Hoy en Améri-
ca Latina hay una nueva realidad en nuestra democracia representativa. El
propósito de esta contribución académica es ubicar la observación electo-
ral ante los nuevos requerimientos de la democracia representativa con-
temporánea.
Si bien ya no existe la necesidad de antaño de legitimar las elecciones,
hay nuevas exigencias en cuanto a la transparencia de los recursos de los
partidos y candidatos, de la calidad de las campañas electorales, de la equi-
dad en las condiciones de la competencia, de la aplicación de la justicia elec-
toral, entre otros nuevos temas que tiene ante sí la observación electoral.
2. EL CONCEPTO DE OBSERVACIÓN ELECTORAL
Partiendo del concepto de observación electoral utilizado por el Instituto
Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IIDEA,Código de
conducta para observadores internacionales), puede definírsele como “la re-
colección sistemática de información sobre un proceso electoral, con el
propósito específico de llegar a una opinión fundamentada sobre la ade-
cuación de ese proceso, a partir de datos recogidos por personas u organi-
zaciones especializadas, que no están inherentemente autorizadas a inter-
venir en el mismo”.
Esa definición del proceso destaca uno de los propósitos más comunes
de la observación electoral: el de conferirle, o —en ciertos casos— negarle,
legitimidad. Esa legitimidad puede ser relevante por cuestiones internas,
como en el caso de la existencia de actores nacionales que dudan de la im-
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parcialidad del gobierno o de las autoridades electorales, o bien —ocasio-
nalmente— por motivos externos.1
Si bien la evaluación de la adecuación de un proceso electoral es el más
usual de los propósitos de la observación, no es el único. En ocasiones, el
objetivo perseguido puede ser contribuir a crear confianza, consolidar un
proceso de apertura o limitar las posibilidades de violencia. Apuntan en esa
dirección los lineamientos provistos por Onusal a sus observadores en el
caso de El Salvador: “Aportar una presencia internacional clara durante
el proceso electoral”. En el campo internacional, la experiencia más cono-
cida de este tipo es la de las elecciones de 1994 en Sudáfrica, donde la im-
portante participación internacional se orientó claramente a buscar dismi-
nuir la violencia. La incorporación de observadores de la seguridad, en el
caso de la ONU en 1991 en Haití, tuvo ese mismo propósito.
Otro objetivo frecuente de la observación electoral es el de contribuir a
detectar o evitar fraudes. Tal es el caso de la cuidadosa inspección de los
procedimientos para el procesamiento de datos, como en el caso de Perú en
las elecciones de 2000, o el de los llamados “conteos rápidos” obviamente
centrados en detectar y evitar fraudes en la compilación de resultados.
Un último objetivo es el de intercambio de información. Así, por ejem-
plo, las misiones de observación del IIDH/Capel no sólo contribuyen a la le-
gitimidad de los procesos observados, sino que son también un instrumen-
to de intercambio de experiencias entre los magistrados electorales de la
región (principio de cooperación horizontal entre organismos electorales).
La observación electoral cumple, con alguna frecuencia, funciones di-
ferentes, que no se consideran parte integral de la misma. La mediación, por
ejemplo, pareciera ser incompatible con una observación imparcial, aunque
con alguna frecuencia los observadores son llamados a mediar en situacio-
nes conflictivas. El ejemplo más conocido es el del ex presidente Carter y el
Consejo de Jefes de Estado Democráticamente Elegidos que, con alguna fre-
cuencia, ha desempeñado esa función. Similarmente, la observación elec-
toral debería ser incompatible con la provisión de asistencia técnica, pues
en principio sería difícil para una organización de observación criticar as-
1El caso más conocido es el del Consejo de Europa, que requiere la realización de elecciones
libres y justas en sus países miembros. En el caso de América Latina, si bien el “Compromiso de
Santiago con la democracia y la renovación del sistema interamericano” (1991) establece princi-
pios similares, no fueron llevados a la práctica en el caso de las elecciones peruanas de 2000, a
pesar de que el tema fue tratado en sesiones especiales de la OEA, en las cuales se analizó el críti-
co informe preparado por la misión de observación de la Organización en esas elecciones.

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