Nunca es tarde

AutorYarek Gayosso

El descenso de temperatura, el aumento de edad en las personas y el ejercicio adecuado son fórmulas compatibles para una mejor salud.

Antes que nada, es importante saber cómo reacciona el cuerpo a las bajas temperaturas durante el invierno para tomar previsiones: La irrigación sanguínea periférica disminuye para mantener la temperatura de la sangre (dedos de pies y manos más pálidos por la falta de irrigación sanguínea), se producen contracciones musculares involuntarias para conservar la temperatura (temblores). Esto aumenta el gasto energético, pero prioritariamente por medio de la glucosa y no de la grasa.

Cuando nos ejercitamos, podemos llegar a percibir agotamiento más rápido y dificultad para aumentar la temperatura.

En el caso de las personas de la tercera edad, es importante enfatizar que, además de lo anterior, existen varios cambios fisiológicos que habrá que contemplar al hacer ejercicio y que podrían aumentar la dificultad de entrenar en un clima frío.

"Por ejemplo, la sarcopenia (pérdida degenerativa de fuerza y masa muscular), aumento de la grasa corporal, disminución de la coordinación, estabilidad, fragilidad ósea, disminución de la capacidad pulmonar, disminución en la producción hormonal, así como su nivel de recepción hormonal", explica Arturo Moctezuma, entrenador personal élite de Sport City.

"Se entrenará bajo las reglas para las personas de la tercera edad, enfatizando calentamientos más prolongados, ropa cómoda, abrigadora si se entrena al aire libre, atender la hidratación, no entrenar hasta la fatiga, y, por supuesto, si se tiene algún síntoma extraño, detener la actividad e ir al médico".

En invierno surgen diversos riesgos para la tercera edad al incrementarse las posibilidades de resfrío y reducirse las de realizar actividades al aire libre. Es importante adoptar ciertas medidas para afrontar de la mejor manera esta estación.

"Mantenerse bien abrigadas, pero no al grado de provocar la sudoración, ya que esto provocaría un mayor descenso en la temperatura corporal; no generar cambios de temperatura drásticos, como nadar y salir mojado, etcétera. Hidratarse constantemente, más aun porque la percepción de la sed se ve doblemente disminuida por el propio frío y la edad. Una forma de lograr la hidratación es por medio de bebidas calientes, como tés, ya que se antojan más; consumir frutas de temporada y una buena dosis de vitamina C, que mantenga al sistema inmunológico fortalecido junto con una dieta balanceada"...

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