La nueva depredadora: La mujer que acecha, ataca, mata, hostiga y acosa

AutorMaría Guadalupe Gómez Mont Urueta
CargoLicenciada en Derecho por la Facultad de Derecho de la UNAM con la tesis laureada Las perversiones sexuales y su vínculo con la criminalidad
Páginas77-98
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La nueva prededadora
La mujer que acecha, ataca, mata, hostiga y acosa
María Guadalupe Gómez Mont Urueta1
La mujer es un manjar digno de dioses,
cuando no lo cocina el diablo.
William ShakeSpeare
A lo largo de las décadas, los estudios de criminología han enfocado su atención
en los hombres violentos, pero poco o casi nada se sabe de su contraparte, la mujer
violenta. La falta de interés quizá se deba a la baja representación estadística, a las
pocas denuncias que llegan al conocimiento de las autoridades competentes y, po-
siblemente, también a la diferencia en cuanto sus motivaciones para llevar a cabo
cualquier conducta belicosa o irascible.
La teoría del género explica el por qué las diferencias biológicas entre hom-
bres y mujeres han autorizado a lo largo del tiempo la diferencia genérica de la
desigualdad, es decir, las relaciones asimétricas entre varones y mujeres, que desde
los ámbitos cultural, social y político, han naturalizado un trato desigual, hostil y
disímil entre ellos. En esta desemejanza, más evidente en las sociedades con compo-
nentes patriarcales, en las que una diferencia de jerarquía, supone una desigualdad
por naturaleza, es el varón el que se encuentra en la parte superior de esa escala y, en
contraste, ala mujer se le asigna el papel de subordinada. Dentro de estas estructuras,
cuanto más rígidas y más tóxicas, es donde se valida la opresión y la injusticia a la
que han estado sometidas las mujeres a lo largo de la historia.
1 Licenciada en Derecho por la Facultad de Derecho de la UNAM con la tesis laureada Las per-
versiones sexuales y su vínculo con la criminalidad, Directora General Adjunta de Vinculación
Institucional y Territorial de la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra
las Mujeres (Conavim) de la Secretaría de Gobernación.
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Por lo que en cada periodo de la historia, desde la antigüedad hasta entrado
el siglo XXI, se han producido diferentes opiniones sobre lo que debe ser la mujer,
o mejor dicho, lo más adecuado para ella. Diferentes escuelas de pensamiento han
delimitado su esfera de acción, su posición inferior y de sometimiento en la vida
social, los niveles de autonomía y decisión, su capacidad de ciudadanía (el voto),
los controles a su salud y al ejercicio de su maternidad, los límites del acceso a la
educación, la imposición de modelos de comportamiento, el ser de sus pensamien-
tos, vestimentas y conductas, sus deberes en la formación de los hijos y como guías
morales de la familia, por tanto ahí queda la patente reducción de su presencia y
accionar a los espacios privados.
Asimismo, las características de cada género han sido delimitadas por paradig-
mas rígidos e inmodicables. Hasta hace poco, eran éstos:
HOMBRES
Opresor
MUJERES
Víctima
Dominador Dominada
Superior Inferior
Autoritario Subordinada
Activo Pasiva
Independiente Dependiente
Fuerte Débil
Libre Reprimida
Valiente Temerosa
Omnipotente Insegura
Autocontrolado Expresiva
En cuanto a la gura femenina, en todas esas épocas, sin excepción, siguien-
do las mismas pautas, fueron concretándose dos estereotipos de mujer: 1) la mujer
buena (la madre, la hija, la hermana, la amiga, la honesta, la pulcra, la cándida, la
sumisa, la obediente, etc.) y, 2) la mujer mala (la bruja, la corrupta, la mujer fatal, la
prostituta, la agresiva, la amante, la mamá tigre, etc.). Las primeras, las impolutas,
son las que han actuado en el espacio privado, pero a la luz pública y, las segundas,
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