Una Nueva Cultura de Acceso a la Información Pública para México

AutorAna Elena Fierro Ferráez
Introducción

"Mi primera gran decepción fue cuando me visitó un señor muy culto para contarme que se pretendía vender el archivo de la ciudad a una fábrica de cartón. Todo el archivo de la ciudad a tres centavos el kilo de papel. En la noche fue el primer asunto que traté con Andrés. No quiso ni detenerse a discutirlo. Nada más dijo que ésos eran puros papeles inútiles, que lo que necesitaba Puebla era futuro, y no había donde poner tanto recuerdo. El lugar donde estaba el archivo sería para que la Universidad tuviera más aulas. Además ya era tarde, Díaz Pumario su secretario de gobierno ya lo había vendido, es más, el dinero me lo iba a dar para el hospicio.

Al día siguiente tuve que pasar la vergüenza de explicarle mi fracaso al señor Cordero. Total que el dinero de la venta ni siquiera fue para el hospicio porque la asociación de Charros visitó a Andrés la mañana en que lo tenía sobre su escritorio y junto con el cheque del gobierno del estado les dio lo del archivo como donativo personal." 1

Arráncame la Vida

Ángeles Mastretta

Si bien el General Andrés Ascencio es un personaje ficticio de la novela "Arráncame la Vida", sin duda su concepto de los archivos y la información que ellos resguardan muestra en mucho la idiosincrasia mexicana. Mastretta en esta obra refleja nuestra forma de hacer y ser mexicanos.

En una verdadera democracia la memoria histórica no desaparece por decreto de un General. Los ciudadanos coparticipan en las decisiones públicas, a través del ejercicio de sus derechos a conocer la información gubernamental.

Por ello en México la información debe dejar de ser monopolio de unos cuantos para convertirse en verdadero patrimonio de la Nación.

Tradicionalmente, poco es el valor que las autoridades han dado, a lo largo de la historia del país, al resguardo y acceso a la información. Testigo de ello suele ser el precario estado de una buena cantidad de los archivos de las instituciones públicas, sobretodo en el ámbito local y municipal. Sin embargo, hoy el panorama es distinto en un mundo donde la información es poder, el acceso a ella se ha convertido en una prioridad; de ahí que a partir de la promulgación de la Ley Federal de Acceso a la Información Pública Gubernamental en abril 2002 y la reforma al artículo 6 constitucional de julio del 2007 que actualiza el acceso a la información como un derecho fundamental de los mexicano sea necesario hacer gran hincapié en la forma en que en nuestro país se maneja la información pública. De ahí que se hayan encaminado importantes esfuerzos por terminar con el monopolio de la información, típico de los regímenes autoritarios, para transitar a un sistema de transparencia y acceso a la información. En una democracia el poder corresponde a todos y por tanto la información debe ser accesible a todos los que participan, en mayor o menor medida, en la toma de decisiones públicas, desde los ciudadanos como electores, hasta los funcionarios y los representantes populares.

El proceso que desembocó en la promulgación a nivel federal y en los estados de la reglamentación del derecho a la información es resultado de una larga lucha de la sociedad civil mexicana por conocer y participar en la toma de decisiones públicas. Los movimientos sociales de la década de los sesentas, en especial el estudiantil, seguido de las reformas de estado de los setentas, dieron inicio al largo proceso de combatir lo que Vargas Llosa alguna vez llamó la dictadura perfecta: un presidencialismo hegemónico que a partir de las facultades metaconstitucionales del Ejecutivo Federal controlaba verticalmente todas las decisiones públicas y la información que de ellas resultaba.2

De ahí la gran importancia del derecho al acceso a la información, pues constituye un contrapeso al ejercicio del poder, logrando un sistema equilibrado de intereses que evita a los gobernantes incurrir en posturas arrogantes, como la del General Ascencio. Actitudes sumamente perniciosas para cualquier estado moderno, pues distancian a la sociedad de sus autoridades.

Ahora, no debe perderse de vista que si bien el derecho a la información fortalece la participación ciudadana, también conlleva, a la vez, la importante responsabilidad de hacer un uso correcto de la misma. Si la información es poder esta puede ser abusada y mal utilizada, como el poder; de ahí la importancia de regular junto al acceso a la información, su contraparte el derecho de los individuos a la privacidad.

La democracia exige de los mexicanos ser mujeres y hombres que entiendan la información como algo que le pertenece a todos y cuyo manejo conlleva una importante responsabilidad. Se han dado importantes avances, la reforma constitucional promovida no desde de las autoridades federales sino de la labor de gobiernos locales y las leyes de acceso de segunda generación que han ya surgido en casi todos los estados son prueba de ello; no obstante, el trayecto aún es largo y el deber de recorrerlo adecuadamente es tarea conjunta de las autoridades, medios de comunicación y los ciudadanos.

El Acceso a la información, un Derecho Humano

La libertad de acceso a la información, como parte de la libertad de expresión, constituye una útil herramienta del debate público serio. Para ello, se requiere que la ciudadanía cuente con conocimientos sobre las decisiones públicas y el contexto en el que éstas, se adoptan. El Estado debe garantizar el acceso a la información, pues es el principal antídoto de los malos manejos, a la vez que constituye una estrategia efectiva para mejorar la gestión pública.3

Al efecto, resulta importante que el pueblo conozca este derecho y lo ejerza. La ciudadanía debe estar consciente que la información pública le pertenece a fin de que no sea una herramienta exclusiva de quienes ostentan el poder. La libertad de acceso a la información constituye un prerrequisito de una verdadera democracia, en la que la ciudadanía participa de manera informada en la toma de decisiones públicas.

El libre acceso a la información ha sido calificado como un derecho humano de tercera generación, es decir después de los derechos cívicos y políticos producto de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, tras la Revolución Francesa de 1789, en la que ya se enmarca la libertad de expresión, y los económicos y sociales, resultado de las revoluciones de la primera mitad del siglo XX. En efecto, el artículo IV de la Declaración Universal de los Derechos Humanos señala:

"Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión" 4Similares disposiciones se encuentran tanto en la Convención Americana sobre Derechos Humanos y la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre; en ambas la libertad de expresión tiene aparejado el derecho a solicitar la información y realizar las investigaciones necesarias para emitir las opiniones que deseen. De todos estos instrumentos internacionales México es parte, de tal manera que el Acceso a la Información como derecho humano, en el territorio nacional, está protegido por estos ordenamientos.

Tras la Segunda Guerra Mundial, en el marco de la Conferencia interamericana por la guerra y la paz, en la Declaración de Chapultepec, se señala la necesidad de garantizar el libre flujo de la información como herramienta de la protección de los derechos humanos. En 1946 la Resolución 59 de las Naciones Unidas declaró la libertad de acceso a la información como parte fundamental de los derechos humanos y piedra angular de las demás libertades. Con ello se amplió la concepción de la libertad de expresión al incluir en ella el derecho a recabar la información necesaria para formarse la opinión conducente.

Estos instrumentos internacionales constituyen importantes herramientas que al garantizar el acceso a la información conforman uno de los prerrequisitos para el establecimiento de gobiernos democráticos en todo el orbe. Lo anterior, siempre en aras de buscar la verdad y asegurando el respeto absoluto a la persona humana.

Se debe aclarar que, si bien los tratados y convenios referidos constituyen los ideales establecidos por el conjunto de las naciones, su implementación no siempre ha resultado cabal; ejemplo de ello es la actitud adoptada por la Unión Soviética o la República China durante la guerra fría, cuya política al respecto constituía un estricto control oficial sobre el flujo de la información. Tales situaciones con diversos grados de intensidad se repitieron en las dictaduras Latinoamericanas y Africanas de buena parte del siglo XX.

No obstante, tras el fin de la guerra fría y sobretodo a partir de la década pasada, las Naciones Unidas han realizado importantes esfuerzos por promover el libre acceso a la información, lo que aunado a la creciente tecnología satelital y el Internet ha revolucionado el mundo de la información, al proveer a la humanidad de medios plurales e independientes, quienes han conformado importantes motores de la transición hacia la democracia en diversos países. No en balde los medios de comunicación han sido catalogados como...

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