Notre Dame: Turismo contra conservación

AutorSergio Zaldívar G.

No es posible diluir responsabilidades por el desastre de Notre Dame, icónico monumento parisino, Patrimonio de la Humanidad.

Obvio es que, en razón de la importancia del testimonio, haya prevalecido la idea de hacer de su restauración una gran parafernalia que, a su término, se tradujera en algo políticamente grande, festinado sin recato alguno, celebración nacionalista y patriótica.

No para mayor gloria de Dios -como podría suponerse, dada la naturaleza religiosa del bien y su rica historia-, sino de una administración civil e impulso más que generoso al turismo y al negocio que éste conlleva.

Ese escenario parecía anunciarlo la gran obra falsa implementada en torno al monumento, con andamios para acceder a todos los puntos que los trabajos pudieran demandar, piedra por piedra y gárgola por gárgola. En principio, medida plausible, difícil de objetar y que cierta imprudencia colectiva vio con beneplácito.

No se dijo cuáles eran los daños que hacían imperativa la intervención, el expediente fue cubierto con la ambiciosa idea de que se iba a restaurar "La Catedral", toda ella, en todas sus partes y en todos los rincones. Una obra a la altura y prestigio de una nación rica, tal es Francia.

No se dijo que se iba a hacer nueva -habría sido insólito-, pero esa idea u otra de semejante envergadura parece haber rondado en el proceso que decidió la intervención, según lo sugieren las medidas preliminares adoptadas. Al menos, digamos, se pretendía limpiar con "láser" piedra por piedra y los innumerables recovecos que su riqueza decorativa conlleva, sustituir todas las maderas que se considerara necesario en el tejado, las tejas y plomo de la cubierta y limpieza de retablos, altares, pinturas y esculturas, joyas, museografía y demás. No se pensó que esto pudiera ser ambicioso, pero ya entones supondría más de cinco, quizás diez años de trabajos.

El lunes 15, no por causa de alguna imprudente procesión de Semana Santa, ni velas ni veladoras, se presentó el gran desastre... un pequeño accidente, tal vez un descuido que no parece propio de un país con tan altas credenciales técnicas, por decirlo de alguna manera.

Las tareas de una supervisión estricta en obras de arquitectura o ingeniería distingue precisamente a los países mas avanzados. La supervisión de una obra de restauración es y debe ser doblemente cuidadosa y sustantiva, desde las interrogantes ¿por qué se va a intervenir? y ¿cuáles son los daños? Seguramente los daños sean muchos en un...

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