Notas

AutorRonald Dworkin
Páginas513-572
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NOTAS
I. BAEDEKER
1 Isaiah Berlin, The Hedgehog and the Fox. An Essay on Tolstoy’s View of History, Lon-
dres, Weidenfeld and Nicolson, 1953, p. 3 [trad. esp.: El erizo y la zorra. Tolstoi y su visión
de la historia, Barcelona, Península, 2002].
2 Gran parte del arsenal del zorro se basa en el pluralismo moral sustantivo: la tesis
de que los principios e ideales morales sólidos chocan inevitablemente entre sí. Véanse
Isaiah Berlin, The Crooked Timber of Humanity. Chapters in the History of Ideas, ed. de
Henry Hardy, Londres, John Murray, 1991 [trad. esp.: El fuste torcido de la humanidad.
Capítulos de historia de las ideas, Barcelona, Península, 1992], y Thomas Nagel, “The
Fragmentation of Value”, en Mortal Questions, Cambridge, Cambridge University Press,
1979 [trad. esp.: “La fragmentación del valor”, en Ensayos sobre la vida humana, México,
Fondo de Cultura Económica, 2000].
3 Véase John Rawls, Political Liberalism, Nueva York, Columbia University Press, 1996
[trad. esp.: Liberalismo político, México, Fondo de Cultura Económica, 1995].
4 Describí y defendí esta tesis por primera vez bastante tiempo atrás. Véase Ronald
Dworkin, “Objectivity and Truth: You’d Better Believe It”, en Philosophy & Public Affairs,
vol. 25, núm. 2, primavera de 1996, pp. 87-139 [trad. esp.: “Objetividad y verdad: más vale
que lo crea”, en Edison Otero (comp.), Filósofos actuales de habla inglesa: Dworkin, Kit-
cher, Boghossian, Koertge, Searle, Santiago de Chile, Universidad Diego Portales, 2009].
Desde entonces, dicté de vez en cuando conferencias sobre ese y otros problemas conte-
nidos en este libro. Que conste mi agradecimiento sin límites a muchos comentaristas y
críticos a lo largo de esos años.
5 Véanse Crispin Wright, Truth and Objectivity, Cambridge (MA), Harvard University
Press, 1992, y Kit Fine, “The Question of Realism”, en Philosopher’s Imprint, vol. 1, núm.
2, junio de 2001, disponible en línea: .
6 En el libro 3 del Tratado de la naturaleza humana, Hume dice: “En todo sistema de
moral […] el autor procede durante un tiempo según la manera corriente de razonar, y
establece el ser de un Dios o hace observaciones acerca de los asuntos humanos; cuando,
de súbito, me sorprende comprobar que, en lugar de los habituales enlaces de proposicio-
nes es y no es, no encuentro ninguna proposición que no esté conectada con un debe ser o
un no debe ser […] [no se aduce razón alguna] para lo que parece totalmente inconcebible,
a saber, cómo puede esta nueva relación deducirse de otras que son por completo diferen-
tes a ella”. Véase David Hume, A Treatise of Human Nature, ed. de L. A. Selby-Bigge, Oxford,
Clarendon Press, 1960, p. 469 [trad. esp.: Tratado de la naturaleza humana, 3 vols., Barce-
lona, Orbis, 1981]. La interpretación expuesta en el texto ha sido aceptada por muchos fi -
lósofos, entre ellos Richard M. Hare, The Language of Morals, Oxford, Clarendon Press,
1952, pp. 29 y 44 [trad. esp.: El lenguaje de la moral, México, Universidad Nacional Autó-
noma de México, Instituto de Investigaciones Filosófi cas, 1975], que la encapsuló en lo que
llama “ley de Hume”. Pero también ha sido objeto de cuestionamientos; por ejemplo, por
parte de Alasdair MacIntyre, quien sostuvo que, al excluir una “deducción” de un hecho a
una norma, Hume no excluía otros modos de inferencia (Alasdair MacIntyre, “Hume on
‘Is’ and ‘Ought’ ”, en Philosophical Review, vol. 68, núm. 4, octubre de 1959), y señaló ade-
514 JUSTICIA PARA ERIZOS
más que el propio Hume parecía con frecuencia pasar de informes psicológicos a afi rma-
ciones morales. Para el argumento que expongo da lo mismo que mi descripción y uso del
principio de Hume sean una mala interpretación de su argumento o que él mismo haya
transgredido ese principio. No obstante, como veremos en el capítulo III, el principio de
Hume, al menos de acuerdo con mi formulación, dista de ser no controvertido.
II. LA VERDAD EN LA MORAL
1 En el uso de esta terminología sigo a Bernard Williams, Ethics and the Limits of
Philosophy, Cambridge (MA), Harvard University Press, 1985, pp. 174-196 [trad. esp.: La
ética y los límites de la fi losofía, Caracas, Monte Ávila, 1997].
2 Solo para comenzar, los textos contemporáneos dedicados a la fi losofía moral exami-
nan el intuicionismo, el realismo, el emotivismo, el expresivismo, el proyectivismo, el na-
turalismo reductivo, el naturalismo no reductivo, el cuasirrealismo, el minimalismo, el
constructivismo kantiano y el constructivismo humeano. Tengo algo que decir sobre cada
una de estas teorías en la primera parte, pero no siempre las mencionaré por su nombre.
3 Gran parte de esta declinación se describe en Paul Boghossian, Fear of Knowledge.
Against Relativism and Constructivism, Oxford, Oxford University Press, 2006 [trad. esp.: El
miedo al conocimiento. Contra el relativismo y el constructivismo, Madrid, Alianza, 2009].
4 Alfred Jules Ayer, Language, Truth, and Logic, Londres, Gollancz, 1936 [trad. esp.:
Lenguaje, verdad y lógica, Barcelona, Martínez Roca, 1986].
5 Richard M. Hare, The Language of Morals, Oxford, Clarendon Press, 1952 [trad. esp.:
El lenguaje de la moral, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de
Investigaciones Filosófi cas, 1975], y Freedom and Reason, Oxford, Clarendon Press, 1963.
6 Allan Gibbard, Thinking How to Live, Cambridge (MA), Harvard University Press,
2003, p. 181.
7 Thomas Nagel cita la maravillosa descripción que hace Conrad de esta forma de
escepticismo interno: “Era una de esas noches radiantes, claras y estrelladas que nos
oprimen el espíritu y doblegan nuestro orgullo con la deslumbrante evidencia de la
atroz soledad, la desesperada y oscura insignifi cancia de nuestro planeta perdido en la
espléndida revelación de un universo resplandeciente y sin alma. Odio esos cielos”.
Véase Joseph Conrad, Chance, Oxford, Oxford University Press, col. Oxford World Clas-
sics, 2002, p. 41 [trad. esp.: Azar. Relato en dos partes, Madrid, Alianza, 1994], citado en
Thomas Nagel, “Secular Philosophy and The Religious Temperament”, en Secular Phi-
losophy and the Religious Temperament. Essays 2002-2008, Oxford, Oxford University
Press, 2010, p. 9.
8 Pongo el acento en la independencia de los proyectos de la fi losofía moral y la cien-
cia social porque algunos fi lósofos describen los primeros de una manera que no destaca
sus diferencias con tanta claridad como podría hacerlo. Peter Railton, por ejemplo, pro-
pone una distinción entre las “teorías normativas” de la moral, que a su entender consis-
ten en juicios morales sustantivos y de primer orden dispuestos de manera sistemática,
y las teorías “de apoyo” externas de segundo orden, que, conforme las describe, presentan
“una explicación coherente bastante general acerca del tipo de cosa que es la moral, lo
que presupone o entraña su modo de situarse en relación con el resto de la actividad y la
indagación humanas y lo que necesitaría para funcionar bien”. Véase Peter Railton,
“Made in the Shade: Moral Compatibilism and the Aims of Moral Theory”, en Jocelyne
Couture y Kai Nielsen (comps.), On the Relevance of Metaethics, Calgary, University of
Calgary Press, 1995, p. 82. Podría entenderse que la lista de cuestiones de Railton incita
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a una indagación científi co social para establecer las diferentes maneras en que la gente
usa los juicios morales y responde a ellos en comunidades específi cas y los diferentes
fundamentos que se atribuyen a la autoridad de la moral, y determinar si las opiniones
morales de las personas pertenecientes a alguna comunidad tienen la estructura y el
acuerdo sufi cientes para que la institución de la moral contribuya a brindar estabilidad
y efi ciencia en ella. Ninguna teoría científi co social de ese tipo podría acarrear —o refu-
tar— escepticismo alguno en cuanto al estatus de los juicios de valor como aspirantes a
la verdad objetiva. Pero no parece ser esa la intención de Railton. Este no cree que una
“teoría de apoyo” sea un mero ejercicio de ciencia social; dice que, además de en la cien-
cia, “las teorías de apoyo suelen abrevar con abundancia en la fi losofía del lenguaje y la
mente, la teoría de la acción, la metafísica y la epistemología”. La metafísica y la episte-
mología a las que alude se ocupan de problemas no empíricos como el de si hay algo en
el mundo que pueda hacer verdaderos los juicios morales, y si puede decirse que la gente
tiene buenos fundamentos para sus convicciones morales. Railton imagina una teoría “de
apoyo” que sostenga que, de conformidad con los criterios metafísicos o epistemológicos
expuestos por ella, la moral no funciona porque no puede brindar la verdad objetiva a la
que apunta. Esa teoría de apoyo se inscribiría en el marco del escepticismo externo del
error, como la de Mackie. Railton imagina otra según la cual la moral funciona bien
porque, entendida como es debido, no apunta a la verdad objetiva sino únicamente a una
proyección útil de la emoción o la actitud. En este caso, la teoría estaría del lado del es-
cepticismo externo del estatus. Debemos tener la precaución de distinguir las auténticas
indagaciones científi cas sobre la moral, que no pueden respaldar ninguna forma de es-
cepticismo externo, de teorías fi losófi cas como estas.
9 Richard Rorty, Contingency, Irony, and Solidarity, Cambridge, Cambridge University
Press, 1989 [trad. esp.: Contingencia, ironía y solidaridad, Barcelona, Paidós, 1991].
III. EL ESCEPTICISMO EXTERNO
1 Véase Aaron Garrett, “A Historian’s Comment on the Metaethics Panel at Justice for
Hedgehogs: A Conference on Ronald Dworkin’s Forthcoming Book”, en Boston Univer-
sity Law Review, vol. 90, núm. 2, abril de 2010, número especial: “Symposium: Justice
for Hedgehogs. A Conference on Ronald Dworkin’s Forthcoming Book” (en adelante, BU),
p. 521.
2 Russ Shafer-Landau, “The Possibility of Metaethics”, en BU, p. 479.
3 Véase, por ejemplo, Penelope Maddy, Realism in Mathematics, Oxford, Clarendon
Press, 1990.
4 Michael Smith y Daniel Star sugieren este error. Véanse Michael Smith, “Dworkin
on External Skepticism”, en BU, p. 509, y Daniel Star, “Moral Skepticism for Foxes”, en
BU, p. 497.
5 Véanse Russ Shafer-Landau, “The Possibility of Metaethics”, op. cit., y Daniel Star,
“Moral Skepticism for Foxes”, op. cit. En su discusión de este aspecto, Star supone que la
tesis de que “deber ser” implica “poder” no es un principio moral. Pero sin duda parece
serlo. Contradice algunas posturas claramente morales, incluida una opinión que algu-
nos comentaristas atribuyen a Nietzsche, a saber, que es una tragedia que, si bien todos
los seres humanos deberían vivir con grandeza, son muy pocos los que pueden lograrlo.
Star dice, sin embargo, que del hecho de que la gente pueda llegar en algunas circunstan-
cias a rechazar ese principio por razones morales no se deduce que sea “siempre” un
principio moral. Pero, visto que este tiene el mismo signifi cado cuando se lo niega que

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