No, no es piropo... Es acoso callejero

"¡Mamacita!" o "¡estás bien buena!" no son frases halagadoras para las mujeres, sino que representan actos violentos contra ellas, pues conllevan una afectación emocional.

Melisa llegó llorando a su trabajo porque un hombre le había hecho tocamientos mientras viajaba en el Metro.

Su jefe la vio llorar y ella le contó lo sucedido.

"¿Nunca te había pasado? Acostúmbrate, no es nada raro", fue la respuesta del hombre.

El acoso sexual callejero es el más visible, pero también el más normalizado, pues el 87 por ciento de las mujeres acepta haber sido acosada en vía pública antes de los 17 años, revela un estudio global de la organización Hollaback! y Cornell University.

El considerar que los piropos o tocamientos en las calles no son "violencia" provoca la normalización del acoso, explica Karina Castro, profesora de la Maestría en Violencia de Género en la UANL.

"Esta violencia genera un daño similar al de cualquier tipo de violencia. Puede lesionar el estado emocional o psicológico de la mujer".

AGRESORES EN VÍA PÚBLICA

Viviana tenía 14 años cuando dejó de ir a la biblioteca que estaba cerca de su casa. ¿La razón? Los hombres la miraban de otra manera.

La joven, quien vive en Guadalupe, relató su experiencia en el blog Flores de Pavimento, creado por el Colectivo Las Victorias para visibilizar el acoso.

"Esa tarde aborde la ruta e iba sola. Me fui a los últimos asientos, o sea, el error del mundo", escribió Viviana.

Un hombre, quien rondaba los 40 años, se sentó junto a ella. Luego la apretujó contra la ventana, le frotó las piernas y le impidió bajar.

"Nada más quiero un beso", le dijo el acosador.

Ella no supo qué hacer. Se sentía intimidada. Cuando bajó, lo único que hizo fue correr.

"Estaba aterrada mirando hacia atrás cada segundo en un lugar que no conocía, pues aquel hombre no me dejó bajar donde debí hacerlo".

ESA EXPERIENCIA LA MARCÓ.

"Comencé a darme cuenta de que los hombres me miraban de otra manera y me aterraba subir al camión. Me corte el cabello como hombre, comencé a usar ropa holgada y oscura... y abandoné la biblioteca".

Los agresores en vía pública afectan a la mujer porque quebrantan el lazo de sus víctimas con el entorno.

"Estos extraños no están quebrantando un código de confianza, como lo haría un familiar, hermano o padre, pero sí un lazo social o una vinculación de pertenencia a nuestro lugar de origen", dice Castro.

Los desconocidos ejercen el 13 por ciento de las conductas violentas contra la mujer, señala la Encuesta...

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