'No somos héroes'

AutorREFORMA / STAFF

Manejar a 80 kilómetros por hora en la Ciudad de México es una labor titánica, sobre todo cuando los embotellamientos y la falta de empatía de los conductores se interpone en el paso de una ambulancia, aún cuando sus sirenas son bastante claras. La distancia entre la vida y la muerte sólo se mide en cuestión de minutos.

Antonio Anaya muestra su habilidad para rebasar autos, pasar semáforos y cruzar de una colonia a otra como si trajera un GPS activo en su cabeza. Le acaban de notificar que hay una mujer herida por mordedura de perro.

El Jefe de Servicio, Cornelio Morales, le avisa por dónde pasar mientras sigue alerta a los casos que notifican en su red de urgencias.

"Tenemos un Whats App con la Alcaldía y más de 30 grupos de emergencias, así vamos canalizando los servicios por cercanía o por gravedad", dice Anaya, operador de la unidad.

Todos los viernes y sábados llegan voluntarios de diferentes partes de la Ciudad y del Estado de México a brindar apoyo gratuito; la mayoría son paramédicos, médicos, enfermeros o estudiantes de medicina.

"Somos una empresa privada, pero la Alcaldía nos permite colaborar con ellos. A veces los familiares quieren darte algo para la gasolina de la ambulancia, pero el servicio no tiene costo", cuenta Antonio, hijo de Alejandro Anaya, fundador de CPR.

Sin embargo, pese a tener un conocimiento previo, todos los voluntarios son capacitados en atención prehospitalaria, pues la empresa cuenta con cinco instructores avalados por Protección Civil y con registro ante SEP-Conocer.

Este es el caso de Emmanuel Arteaga, quien siguió los pasos de su padre y ahora presta sus servicios...

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