Una niña bien... mala / Amor de antaño

No sé ustedes, pero yo que soy amante del sexo en todas sus modalidades, sigo prefiriendo por mucho el sexo acompañado de amor, ese desfogue de intensidades impulsado por un fuego infinito generado desde nuestro ser y reflejado en una explosión pasional interminable rodeada de ternura y candor.

Por supuesto, para que todo esto se conjugue se necesitan muchos años de compartir una y mil cosas con una pareja, pero más rico aún se siente cuando, luego de casi una década, te topas con alguien que había dejado unas cuantas cenizas regadas en tu interior y al menor roce el fuego resurge.

Justo esa sensación me invadió hace un par de semanas cuando, luego de muchos años, decidí buscar a quien había sido el amor de mi vida y que, por no haber entendido mi locura en su momento, me alejó de su lado dejando una gran marca que me llenó de inseguridades, miedos y culpas en aquel entonces.

Afortunadamente mi necesidad por experimentar y vivir logró superar aquella obscura etapa y para mi gran sorpresa aquel individuo duro y cerrado que yo había dejado atrás, acabó creciendo para convertirse en todo un hombre abierto, maduro y capaz de entender incluso aquello que no compartía totalmente.

Sin yo saber aún con qué me toparía, decidí encontrar a ese amor de antaño que había dejado una gran marca en mí y, haciendo uso de las redes sociales, luego de un buen rato al fin lo encontré.

-Hola, soñé contigo...

Así comenzó mi acercamiento cauteloso a fin de ir descubriendo poco a poco si el silencio que nos invadía desde hacía siete años continuaría igual o suavemente iría desapareciendo para convertirse en una marea de intercambios emocionales.

-¿Qué soñaste?

No puedo ni describirles la emoción que sentí al leer esas dos palabras redactadas en forma de pregunta. Mi corazón, a punto de salirse, comenzó a latir con intensidad y por supuesto no quise describirle mi sueño en ese momento, lo único que yo buscaba era ver en persona a aquel hombre misterioso y receloso que hacía tanto no tenía tan cerca.

Luego de un par de días de seguir enviándonos mensajitos, al fin él tomó la iniciativa y me invitó a comer.

Yo no quería asustarlo ni atosigarlo, así que elegí muy bien lo que me pondría y corrí a su encuentro.

Mil veces planeé en mi cabeza lo que le diría, como lo saludaría y calculé una y otra vez todos los besos que me debía para llegar a cobrarlos todos, uno a uno sin parar, pero la realidad superó mi imaginación y el impacto de verlo ahí, sentadito esperándome, me...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR