¿Músicas independentistas? (I de II)

AutorSamuel Máynez Champion

Llegado, con bombo y platillos desentonados, el aniversario por el bicentenario de nuestra independencia, esta columna no puede quedarse muda pues, ciertamente, la música desempeñó un papel importante para engalanar con sus acordes el acto oficial y darle curso al lenguaje sonoro que armonizaría la identidad nacional recién adquirida.

Empero, antes de lanzarnos al recuento melódico, vale la pena repasar los antecedentes, mínimos e inmediatos, que desembocaron en la supuesta cirugía para amputar la dependencia con la Madre Patria. Por tanto, recalados en febrero de 1821, tenemos un acontecimiento determinante: la firma del Plan de Independencia de la América Septentrional, o Plan de Iguala, un empeño muy ingenioso de Agustín de Iturbide -con su innegable tónica de oportunismo- para conciliar los intereses de todos los involucrados en las disputas hege-mónicas y al que, gradualmente, se adhirieron los diferentes distritos de la embrionaria nación independiente.

Asimismo, hemos de recordar su contenido, cimentado sobre cuatro pilares: 1) Consolidar inequívocamente -pero con sus dislates- la Independencia de México. 2) Mantener la monarquía encabezada por Fernando VII o por alguno de los miembros de la corona española. 3) Ratificar la religión católica como la única posible. 4) Establecer la unión de clases sociales con las mismas garantías individuales.

Como podemos ver, los principios enarbo-lados de Independencia, Religión y Unión -de donde surgen los colores de la bandera- dieron lugar a la jura de las Tres Garantías y, de ahí, a la organización del Ejército Trigarante, a través del cual habrían de consumarse las últimas luchas contra la oposición realista. El plan contuvo una extensión de 17 artículos, o Tratados de Córdoba, en los que se estipulaba que el gobierno que adoptaría el Méjico independiente sería el de una monarquía moderada, cuya corona la seguiría ostentando el tarambanas de Fernando VII, que era un miembro de la Casa de los Borbones -o en su defecto, otro Infante cretino de España-con el fin de devolverle a la insaciable corona, en el quimérico Méjico independiente, el poder que la Constitución de Cádiz le había arrebatado. Para gobernar al nuevo país en lo que llegaba un príncipe a ocupar la corona, el plan propuso la creación de una Junta Gubernativa y, posteriormente, de una Regencia que se encargaría de gobernar en lo que se elegía al nuevo emperador. Adicionalmente, convocaría a las Cortes para elaborar una Constitución...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR