Las mujeres y el sistema de Usos y Costumbres
Autor | Verónica Vázquez García |
Cargo del Autor | Profesora investigadora titular, responsable técnica del proyecto, Colegio de Postgraduados, campus Montecillo |
Páginas | 89-106 |
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Según Dalton (2005:53-65), la participación de las mujeres en la
política municipal usocostumbrista tiene que ver con tres ele-
mentos: 1) la división sexual del trabajo, que relega a las muje-
res al ámbito privado; 2) la ideología de que las mujeres deben
hacer las “labores propias de su sexo”, “principio silencioso”
que se rige bajo el entendido de que “las instituciones tienen
una cabeza y ésa es masculina”, sirviendo así de justificación a
un poder excluyente; y 3) el contexto histórico desde donde se
estimula el cambio en cuanto a la participación de las mujeres,
por ejemplo la educación formal. “Las mujeres estudian y mu-
chas veces logran méritos excepcionales en la escuela, son
premiadas por sus maestros y reconocidas desde el exterior de
la comunidad, por sus logros intelectuales y liderazgos”. Estos
tres elementos explican por qué las mujeres participan en cier-
tos espacios y no en otros.
Velásquez (2003:1 56-159) ubica a l as mu jeres indígenas
oaxaqueñas en cinco espacios político-comunitarios. Primero,
se asume que cuando se nombra a un hombre para un cargo,
su esposa (por ejemplo la de un mayordomo) también adquiere
responsabilidades, al punto de que ésta hace “posible el convi-
vio comprometido en el cargo”. Por ejemplo, Bautista (2005:45),
de la Sierra Norte, señala que la participación femenina en la
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Verónica Vázquez García
política municipal usocostumbrista consiste en “estar al pen-
diente de su esposo, de su hermano y de sus familiares más
cercanos que llegan a ocupar el cargo”, darles consejos “para
que actúen bien y con justicia”, y hacer en tiempo y forma sus
labores domésticas para que los hombres puedan desempeñar-
se con responsabilidad y eficiencia en el cargo.
En segundo lugar están los cargos de “gestión para el de-
sarrollo”, relaciona dos “con la salud y la educación, precisa-
mente los campos de mayor incidencia de las políticas de go-
bierno trazadas para l as mujeres”. Sobre es tos comités se
cuestiona el carácter involuntario de la participación ya que las
mujeres son nombradas “por designación de la auto ridad, a
propuesta de grupos o de la misma asamblea”. También se ha
dicho que se trata de una participación pasiva, donde las deci-
siones generalmente son tomadas por el médico/a, director/a
de escuela o funcionarios/as estatales, y no por las mujeres.
En tercer lugar están los cargos vinculados a “la organiza-
ción so cial, r eligiosa y fes tiva”, por ej emplo l igas de portivas
femeniles, patronatos, comisiones para eventos sociales, car-
gos de colaboración para el mantenimiento del templo (canto-
ras, catequistas).
“La organización productiva” es el cuarto espacio. Pueden
ser organizaciones impulsadas por el gobierno o tener carácter
autónomo. Se trata de espacios de participación marcados por
la segregación de género y que reproducen papeles tradicional-
mente femeninos (comité de salud, de madres de familia, etcé-
tera), pero sin duda constituyen una experiencia de participa-
ción femenina que ha in crementado su presencia en la vida
pública de sus comunidades (Bonfil y Del Pont, 1999:229).
En quinto y último lugar está el “poder público”, en donde
la participación de las mujeres es baja, pero no por ello nula,
ya que los cargos de presidente, síndico, regidor, son asigna-
dos a varones, con ciertos avances en la presencia femenina.
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